Europa, en la encrucijada

Publicado originalmente en elmundo.es

encrucijadaQue España malvive en una gravísima encrucijada es una evidencia. Que Europa hace lo propio, también. Sin embargo, la encrucijada europea es menos citada. Y ello es que el doble camino emprendido cuando cayó la URSS está llevando a Europa a un callejón sin salida. Incapaz de crear un núcleo federal en el centro, Europa decidió abrirse al Este. E igualmente incapaz de tener estrategia propia, hubo de padecer que EEUU le aplicase la doctrina imperial de Mackinder, según la cual el que Alemania (léase Europa) y Rusia se lleven bien es nefasto para los intereses angloamericanos.

Ya István Bibó nos advirtió en su magnífico ensayo La miseria de los pequeños Estados de Europa Central que Europa Central no es Europa Occidental. Se ignoró su consejo. En cuanto a Rusia, se amplió la OTAN. También aquí hubo advertencia del sovietólogo George F. Kennan: «un error estratégico de proporciones potencialmente épicas». Tampoco se le hizo caso. Se vino abajo Yugoslavia y todos entendimos que 40 años de URSS no habían podido sustituir a Austria-Hungría. Afortunadamente, los Balcanes quedaban lejos. En cuanto al frente ruso, Moscú había llevado mal la ampliación de la OTAN, pero el bombardeo de Serbia fue otra cosa. Solzhenitsyn lo atacó con furia, voluntarios hacían cola a la puerta de la Embajada de Serbia en Moscú y Andropov tronaba en el Kremlin: "Están bombardeando Serbia y no hacemos nada. Esto con Stalin no hubiese ocurrido". Siguió el intento americano de crear un cordón sanitario en la periferia de Rusia, luego el despliegue de cohetes de alcance medio y, finalmente, las revoluciones de colores. Y con ellas, el puñetazo ruso sobre la mesa que lo cambió todo. La Guerra de Georgia y la caída de Crimea. EEUU se llamó andana como lo había hecho en Hungría en 1956. También Kennan había profetizado que la promesa de proteger a países lejanos se había hecho sin intención real de cumplirla.

En cuanto a nosotros, unirnos, jamás. Fracasó la Constitución, cosa elemental, porque no puede empezarse una casa por el tejado. Fracasó la idea de hacer un núcleo duro franco alemán al que se añadirían Italia y España (Italia no lo quiso) y vino el euro, sorprendente área económica que genera superávits en el norte y déficits en el sur.

Entre tanto, la UE practicaba el seguidismo con su política de ampliación al Este. Por lo visto, no habíamos leído a Brzezinski: «mientras los europeos necesiten nuestra protección, toda extensión de Europa al Este es como una ampliación de la presencia americana». Obviamente, Rusia se opuso y la cosa terminó mal. A modo de compensación, EEUU creó otro Estado musulmán en los Balcanes: Kosovo.

EEUU invadió Irak;y Francia e Inglaterra, Libia. Otras dos genialidades. El aluvión de refugiados sometió a la UE a un test de estrés. Italia recibía un millón de refugiados al año; era su problema. Hungría y Polonia no querían ni uno. Le faltaba a todo este frente Ucrania en guerra. Todo el frente Este es antisemita y viene cargado de odios ancestrales. Ni Ucrania acepta a húngaros y polacos ni los bálticos a los rusos ni Rumania a los húngaros. Hasta que ha llegado al poder en Austria el ÖVP y ha cruzado la línea roja: ha ofrecido dar pasaporte a la minoría alemana del Brennero, antes Austria, hoy Italia.

A pesar de que el ciclón se acerca, seguimos sin entender el reto, resumido en la adversativa, o federamos o reprimimos. Juncker propuso unir al presidente del Consejo y de la Comisión, y ofrecer el cargo al partido más votado de la UE. Francia dijo no. Francia propuso entonces un único ministro de Finanzas. La que dijo entonces no fue Alemania. Y, para redondear el despropósito, ambos gallitos han ido a Washington a recibir instrucciones. ¡Por algo son soberanos! Y en eso estamos. No se acepta que la nación/Estado es un constructo histórico reciente. Y que en muchos de los Estados europeos, la nacionalidad es como una muñeca rusa. No termina de perfeccionarse nunca. Para complicar más la cosa, Turquía descubrió que el fulcro de su nacionalidad son los Balcanes. Davutoglu lo puso así: "Llegamos aquí a caballo hace muchos años y si hace falta, volveremos... una Turquía sin influencia en los Balcanes carecería de influencia en las relaciones internacionales y en el mundo". Amigos tiene ya tres. Bosnia, Albania y Kosovo. Eso nos lleva no ya al fin de la II Guerra Mundial ni al de la Primera, sino al Tratado de San Stefano (1878) cuando empiezan a librarse de la Sublime Puerta los países cristianos de los Balcanes, perdón, de Rumelia.

Si lo de las minorías en Europa central es grave, pues fue la causa de dos guerras mundiales, lo de Escocia, Padania, Baviera, Cataluña y Córcega es todavía peor. Aquí se trata de romper Estados consolidados de Europa Occidental para crear nuevos Estados, cada uno con su correspondiente minoría nacional. El PNV propone incluso que esas iniciativas formen parte del acervo competencial de las regiones europeas. Debería saber que elevar fronteras ni es bueno ni es competencia administrativa. En 1938 se felicitó a Chamberlain por el acuerdo de Munich "por ser conforme al derecho de autodeterminación". El 19 de julio de 1919 había profetizado un reportero del Manchester Guardian, como de costumbre sin éxito: "poner minorías, sean alemanes o judíos, dentro de Polonia o Checoslovaquia y pensar que todo va a ir bien porque se ocupará de su bienestar una mágica Sociedad de Naciones es un autoengaño lastimoso".

Donde dijo Sociedad de Naciones pongan ustedes UE y multipliquen el problema por 50 o 60 países. Esa es la Europa de las regiones para el PNV.

Y ahora Trump gana las elecciones y considera a Orban su hombre en Europa. Paradójico porque Orban es también el favorito de Putin. En fin, que vamos camino de hacernos atlantistas. Pero no para que la OTAN nos defienda de Rusia, sino de nuestros demonios familiares. Y esperemos que los partidarios de Orban no ganen las elecciones europeas del 2019.

En fin: sin ser España, lo de Europa tiene lo suyo.

José A. Zorrilla fue embajador de España para Georgia y Estados del Caucaso. Su último libro es una historia imaginaria del Imperio europeo: Historia (fantástica) de Europa (Editorial Cyan).