Con ‘brexit’ o sin él, Gran Bretaña no cambiará su posición sobre la soberanía de Gibraltar

gibraltar banderas

El tema de la soberanía de Gibraltar seguirá enquistado. En su visita a España, el ministro de la Presidencia del Reino Unido, David Lidington, dejó claro que la postura británica ni ha cambiado ni cambiará.

La verja que separa a España de la colonia británica de Gibraltar supone también la mayor brecha de prosperidad del mundo entre un lado y otro de la frontera. Los gibraltareños ostentan una renta quince veces superior a la de los españoles que viven en el Campo de Gibraltar. The Rock ostenta el tercer lugar del mundo, si se contabilizara como país, en la clasificación de la prosperidad universal: 56.000 dólares por cabeza.

 

Esa diferencia de riqueza entre un lado y otro no es fruto de la diferencia de coeficiente intelectual entre llanitos y españoles. Obedece en gran parte a la actividad parasitaria gibraltareña, plasmada en las miles de compañías registradas fiscalmente en La Roca, y al contrabando de tabaco, lo que en términos globales suponen cuantiosas pérdidas para la Hacienda española.

La soberanía de Gibraltar, un tema enquistado

Se suponía que España tenía por fin una oportunidad de tratar con el Reino Unido la cuestión de la soberanía de Gibraltar. Las negociaciones sobre el brexit daban ocasión a que Madrid y Londres encontraran una salida al contencioso, toda vez que Bruselas dejaba libertad para que ambos lo discutieran sin interferencias.

 

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Pues bien, el tema seguirá enquistado, al menos desde el punto de vista de los españoles. Así lo expresó con toda claridad David Lidington, ministro de la Presidencia del Reino Unido, a su paso por Madrid, en donde celebró un encuentro organizado por el Foro Nueva Economía. “La realidad de Gibraltar es la que es –dijo tajante Lidington- y en cuestión de soberanía la postura británica ni ha cambiado ni cambiará”. Eso sí, dulcificó tan taxativa negativa a negociar incluso el uso conjunto del aeropuerto, construido sobre el istmo, en terrenos ocupados al margen del Tratado de Utretch de 1713, aduciendo que había que buscar acuerdos [con España] que beneficien a los miles de trabajadores que todos los días cruzan la frontera para desempeñarse en el Peñón como camareros o servicio doméstico.

Lidington, que ya se ocupó durante seis años de los Asuntos Europeos con varios Gobiernos, hizo una defensa cerrada del brexit, esgrimiendo el mandato del pueblo británico en “un referéndum cuyo resultado no fue el que muchos querían y esperaban en Europa”.

La frontera entre las dos Irlandas, el mayo escollo

Quedan ya pocos días para negociar “y ha llegado el momento de tomar decisiones”. Preconizó una reglamentación muy detallada, “aunque ocupe 400 o 500 páginas”, para el periodo transitorio entre la salida del Reino Unido de la Unión Europea y la fecha en que entre en vigor la nueva relación definitiva. Pero mostró inflexibilidad en lo que respecta al mayor escollo: la frontera entre las dos Irlandas. A su juicio, la propuesta de la Comisión Europea –recuperación de los viejos puestos fronterizos y trámites aduaneros entre ambos territorios- “no será aceptada por ningún partido político británico”.

 

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El ministro quiso tranquilizar a los actuales residentes europeos en el Reino Unido, a los que auguró gozarán de los mismos derechos que ahora, al menos en el denominado periodo transitorio. Reveló, en cambio, que del lado de los expatriados británicos en Europa aún no hay acuerdo respecto de la posibilidad de que puedan moverse con la misma libertad actual entre los distintos países de la UE.

“Abandonaremos las instituciones europeas en marzo de 2019, pero seguiremos estando en Europa, y además afrontando los grandes retos comunes”, aseguró en una de sus conclusiones. David Lidington es un negociador experimentado. Fue él quien consiguiera el chollo para su país de las cláusulas opt in y opt out, por las que se permitía al Reino Unido quedarse con lo que beneficiara a sus intereses y descartar lo que pudiera perjudicarle dentro de la UE, el famoso menú a la carta de las obligaciones comunitarias. Reconoce, no obstante, que las negociaciones para el brexit constituyen la tarea más ardua y compleja en toda la historia de la diplomacia británica.

Hace pocos días, el ministro José Borrell rompía con la postura tradicional española de reivindicar de modo permanente la soberanía sobre el Peñón, con independencia de los acuerdos puntuales de carácter práctico. Es, pues, una renuncia inexplicable. Sí Andalucía en general, a pesar de los cuarenta años de gobierno ininterrumpido del PSOE, sigue estando a la cola de las regiones de la UE, el Campo de Gibraltar está aún peor que hace medio siglo. La bahía de Algeciras se ha consolidado como portal del narcotrafico. Mientras tanto, al otro lado de la frontera, la base naval británica que es Gibraltar seguirá recibiendo submarinos nucleares, anexionándose de hecho aguas territoriales españolas y, con el Reino Unido fuera de la UE, cabe augurar que seguirá desarrollando su paraíso fiscal y por consiguiente parasitando a España.

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