Acabar con los acuerdos sobre control de armas nucleares

Trtatado Nuclear 1200x400Al anunciar que Estados Unidos se retirará del Tratado que regula el despliegue de fuerzas nucleares de alcance intermedio (INF) en Europa, el presidente Donald Trump ha dado un paso más en la ofensiva que mantiene contra los acuerdos de libre comercio, protección ambiental, derechos humanos y refugiados. Esta decisión provocará nuevas tensiones con Rusia y volverá a situar a Europa en un escenario de alta inseguridad.

El Tratado INF (Intermediate Nuclear Forces en sus siglas en inglés) fue firmado en 1987 por los gobiernos de Ronald Reagan y Mijaíl Gorbachov. Eran los años finales de la Guerra Fría y todavía existía la Unión Soviética y el Pacto de Varsovia (alianza militar de los países europeos que estaban bajo influencia soviética).

El Tratado se negoció mientras las campañas pacifistas se oponían al despliegue de misiles soviéticos SS-20, y de Crucero y Pershing II de Estados Unidos. El objetivo era evitar que Europa se transformase en un posible campo de batalla entre las superpotencias.

Paralelamente, había tensiones entre los aliados de la OTAN sobre dónde instalar los misiles estadounidenses, y entre París y Washington acerca de la mayor o menor independencia de la OTAN respecto de EE UU.

La firma del Tratado fue producto del clima generado por el movimiento por la paz, de las reformas iniciadas por Gorbachov, y del creciente acercamiento entre los gobiernos de Estados Unidos y la URSS. A esto le siguió la salida de las tropas soviéticas de Europa Oriental, la caída del muro de Berlín, el fin del Pacto de Varsovia y, al final, el colapso de la Unión Soviética. Pese a su ideología ultraconservadora, Reagan y su equipo vieron la oportunidad de alcanzar acuerdos de control de armamentos nucleares.

Durante las siguientes tres décadas Europa se convirtió en un espacio sin el peligro de confrontación nuclear, al que había estado sometida durante la Guerra Fría. Pero ahora, la amenaza de que el Tratado de fuerzas nucleares intermedias sea abandonado por EE UU, y a continuación por Rusia, abre serias incertidumbres.

 

El tratado y la seguridad europea

Tratatdo nuclear Rusia EEUULas banderas de Estados Unidos y de Rusia en la embajada estadounidense en Moscú. MLADEN ANTONOV/AFP/Getty ImagesLas negociaciones sobre armas nucleares han acompañado su despliegue desde el fin de la Segunda Guerra Mundial. El denominado control de armamentos abarca complejas negociaciones técnicas y acuerdos con el fin de regular la investigación, fabricación, instalación y eventual uso de armas conocidas como de “destrucción masiva” debido al impacto que produciría su utilización. El control de armas es diferente del desarme, ya que se asume como necesario contar con un cierto nivel de defensa. Durante la Guerra Fría se labró el concepto de “destrucción mutua asegurada”, según la cual Moscú nunca atacaría a Washington, y viceversa, por temor a la represalia.

Cinco Estados tienen armas nucleares de forma declarada y hacen público y transparente los arsenales que poseen: EE UU, Rusia, China, Gran Bretaña y Francia. Otros tres países, India, Pakistán y Corea del Norte, las tienen, pero la información que facilitan es parcial o nula. Por último, Israel no confirma ni niega poseerlas, pero es conocido su programa de seguridad nuclear.

Existen armas nucleares de corto, medio y largo alcance que pueden ser lanzadas desde tierra, mar o aire. Las de medio alcance que contempla el Tratado INF incluye armas con un alcance de 500 hasta 5.500 kilómetros.

El INF eliminó los arsenales de este tipo en Europa, brindando estabilidad a la región. En un comunicado de 2017, la OTAN indicó que este Tratado es “crucial para la seguridad euroatlántica”.

El reciente anuncio del presidente Trump, señalando que Estados Unidos dejará de ser parte del Tratado INF, es un nuevo ataque en la guerra de Washington contra acuerdos internacionales en el campo del medio ambiente, comercio, derechos humanos, paz y seguridad.

Trump acusó a Moscú de violar el INF, basándose en las ideas contrarias a todo régimen de control de armamento de John Bolton, su asesor de seguridad nacional, y de Tim Morrison, el ex director del Comité sobre Fuerzas Armadas de la Cámara de Representantes.

Rusia, en efecto, ha experimentado nuevos misiles lanzados desde tierra (denominados 9M729), pero no han sido desplegados y no han violado el Tratado. Por su lado, el Congreso estadounidense ha aprobado que en 2019 se destinen fondos para el posible desarrollo de nuevos misiles de alcance intermedio lanzados desde tierra.

Pese a las acusaciones mutuas, ninguna de las partes ha violado el INF, pero la Arms Control Association, organización especializada en cuestiones de seguridad, considera que la decisión de Trump es “errada”, destruirá el Tratado INF “de forma innecesaria” y conducirá “a una competencia peligrosa y sin límites con Rusia sobre armas nucleares”. Moscú, por su parte, ha considerado el anuncio del Presidente estadounidense como “inaceptable” y “peligroso”.  Debido al atraso tecnológico y menor capacidad numérica, a Rusia no le interesa el fin del INF.

 

El impacto

Salirse del Tratado INF tendrá serias consecuencias. Por una parte, profundizará la tensión existente con Rusia. Pese a que Trump mantiene su simpatía y afinidad con el presidente Vladímir Putin, su gabinete está formado mayoritariamente por halcones antisoviéticos, que manifiestan las diferencias con Moscú. En el Congreso, igualmente, hay un fuerte consenso contra Rusia.

Con las elecciones a mitad de mandato en noviembre próximo, la denuncia del Tratado INF le sirve a Trump para mostrarse fuerte ante Moscú. El Presidente y su equipo electoral están siendo investigados por el fiscal especial Robert Müller por posible complicidad con Rusia para que Hillary Clinton perdiese los comicios.

El deterioro de la relación tendría un impacto muy serio sobre el Tratado sobre armas nucleares estratégicas (START) o de largo alcance, que debe ser renegociado en 2021. Un sistema internacional sin los acuerdos INF y START se volverá más peligroso, y debilitará al Tratado de No Proliferación (TNP) de armas nucleares. Si las dos principales potencias no cuentan con un marco regulador de sus armas de este tipo, otros Estados considerarán que pueden, y deben, contar con arsenales nucleares para garantizar su seguridad.

El paso siguiente a la salida de Washington del INF será proponer a los países aliados de la OTAN instalar nuevos misiles en Europa. Esto llevaría a choques dentro de la Alianza Atlántica. Los gobiernos de Europa Oriental serían más favorables a contar con estos equipos para defenderse de una posible agresión rusa. Por el contrario, Francia y Alemania, y posiblemente España, Italia y Portugal, se opondrían.  El Gobierno alemán anuncio que ve con preocupación la decisión de Trump. Por otra parte, habría confrontaciones en la OTAN entre Washington y algunos de sus aliados europeos, y esto beneficiaría a Rusia.

 

Y las armas de China

Tratado nuclear Rusia EEUU TrumpDonald Trump hablado con periodistas en Washington. Chip Somodevilla/Getty ImagesMás complicado todavía sería la propuesta de Bolton y Trump de rehacer el Tratado INF incluyendo a China. Este Tratado fue negociado y firmado para Europa. Plantear la inclusión de armas nucleares chinas llevaría a que Pekín y Moscú a negarse, y a que todo terminase sin ningún acuerdo.

Para la diplomacia rusa, el no cumplimiento de tratados y acuerdos se considera una afrenta a su poder como potencia internacional (aunque Moscú no siempre respete las leyes entre Estados). En este caso, en particular, el fin del INF le obligaría a hacer un esfuerzo armamentista que sale de sus planes.

China lleva adelante desde hace años un proceso de rearme en la zona de Asia-Pacífico y no tiene ningún interés en entrar en negociaciones con Estados Unidos, menos ahora cuando las relaciones con Washington se encuentran muy tensas, para poner límites pactados a su creciente hegemonía.

Pero también en este caso, a Trump le beneficia ante sus seguidores en las próximas elecciones mostrarse fuerte ante el Gobierno chino, algo complementario a la ofensiva comercial que ha lanzado contra ese país.

Tanto el argumento de disuadir a Moscú como a Pekín ha sido refutado por medios de las Fuerzas Armadas estadounidenses. En ambos casos, EE UU cuenta con suficientes fuerzas como para evitar que los dirigentes de Rusia y China lanzaran hipotéticas ofensivas militares.

 

¿Negociar o destruir?

Algunos políticos de Estados Unidos consideran que quizá Trump va a presionar a Rusia, Europa y a China para tratar de obtener un INF reformado, como ha hecho con el acuerdo de libre comercio (NAFTA) que Washington tiene con Canadá y México. Sin embargo, la forma en qué Trump ha sacado a su país del acuerdo de 2015 sobre el programa nuclear iraní, acusando a Teherán y enfrentándose a los aliados europeos, la ONU y Rusia, indicaría que no está buscando una reforma sino demoler paso a paso los acuerdos del sistema internacional.

Esta voluntad contra el multilateralismo forma parte de la ideología nacionalista radical de Trump y sus colaboradores más cercanos, que desean contar con un mundo sin reglas en el que rija la ley del más fuerte. Desde la perspectiva de America first, el Presidente busca recuperar el papel hegemónico de EE UU (por ejemplo, en las relaciones comerciales), no tener regulaciones pactadas con otros países con el fin de potenciar industrias contaminantes, no formar parte de acuerdos sobre refugiados e inmigrantes o, en el caso del INF, limitar su desarrollo armamentista.

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