Borrell constata que en el Indopacífico se producirán las mayores transformaciones del mundo

borrell ep2019Venía atónito de su viaje a India. José Borrell, ministro de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación, admitía el asombro que le había producido constatar sobre el terreno que “la línea del frente ya no será como la habíamos conocido siempre, rompiendo y resquebrajando  Europa, sino que se situará en lo que los propios Estados Unidos denominan el Indopacífico”, la inmensa región que se extendería desde el Golfo Pérsico o Arábigo hasta el continente americano. “De Hollywood a Bollywood”, aunque tal expresión no gusta en absoluto a los dirigentes de Nueva Delhi.

Con Borrell inauguraba Europa Press los desayunos informativos de 2019, un año que se antoja decisivo para la Unión Europea tras el giro radical operado por la Administración de Donald Trump. “Es la primera vez en la historia que un presidente de Estados Unidos no nos considera aliados y casi ni amigos, e incluso nos maltrata. Decididamente a Trump no le gustamos; él a nosotros, tampoco”.

El ministro no aclaró si, como apuntan numerosas fuentes, Pedro Sánchez le designará cabeza de lista del PSOE a las próximas elecciones europeas, lo que podría conllevar acceder a una de las vicepresidencias de la Comisión Europea. Pero, mientras tanto, hizo una intensa demostración de estar al tanto de los profundos cambios que se están desarrollando en la geopolítica mundial.

“El nuevo liderazgo  se ventilará entre Estados Unidos y China en el tablero de la tecnología; Europa está muy rezagada en inteligencia artificial”, y a su juicio es dudoso que culmine ese retraso. Una batalla que también se librará sin duda en otros terrenos, como el comercial –ya está sucediendo, y además de manera encarnizada-, e incluso en el militar, donde ya se observa el meteórico rearme chino, sin perder de vista tampoco el que lleva a cabo la Rusia de Vladímir Putin, dispuesta a reconquistar su añorado papel de superpotencia. En esa batalla, que se libra en ese escenario indopacífico, Europa está ausente, y no digamos los españoles, “a los que no se les ve por allí desde los tiempos de Legazpi”.

Por supuesto, de lo que ni Europa ni España podrán zafarse es de las consecuencias de esa guerra. Lamenta José Borrell que las divisiones y las “disputas de campanario” nos echen a la cuneta de la historia.

Del Brexit a los flautistas de Hamelin de Cataluña

Mientras en ese espacio indopacífico se ha registrado la mayor transformación de productividad del mundo de los últimos cincuenta años, Europa sigue siendo incapaz de defender sus propios intereses y comportarse de manera independiente, por ejemplo respecto de las inversiones de la UE en Irán, país al que Estados Unidos ha decidido asfixiar mediante sanciones que hagan imposible su ambición de erigirse en la gran potencia musulmana de Oriente Medio, en pugna con Arabia Saudí.

En cuanto al Brexit, el ministro incide en el carácter desastroso que implica tanto para el Reino Unido como para la UE, “hagan lo que hagan”. Tras desgranar el cúmulo de consecuencias negativas y asegurar que el Gobierno de Pedro Sánchez viene preparando un plan exhaustivo para el caso de un divorcio brusco, Borrell se preguntaba si “los flautistas de Hamelin que han llevado a Cataluña al borde del abismo no eran conscientes del gran lío en el que metían a los catalanes, incluida esa mitad de ellos a los que han logrado seducir con sus mentiras”.

En el lado más positivo de su exposición, Borrell auguró a España un papel decisivo en el posible resurgimiento del proyecto europeo, una vez constatados  el declive en el liderazgo del francés Enmanuel Macron, la anunciada marcha de la alemana Angela Merkel, el estancamiento de Italia y la propia renuncia británica a formar parte del equipo de la UE.

Recordó que, pese a los malos augurios de los gobiernos y analistas norteamericanos, el euro se ha mantenido firme. Una supervivencia que atribuye tanto a que los gobernantes europeos se mantuvieron unidos como a que un 60% al menos de la población también lo sostiene, incluidos los griegos, cuyos drásticos recortes y estrecheces no les ha cegado hasta el punto de abominar de la moneda única.

Así, pues, las próximas elecciones de mayo al Parlamento Europeo serán decisivas, sobre todo porque las formaciones populistas eurófobas podrían obtener entre el 25 y el 30% de los escaños de la cámara. Borrell estima  que, en todo caso, “Europa no sobrevivirá si no tiene una dimensión social, esa que ha forjado en el imaginario de la gente que la UE es su paraguas protector”.

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