29 años de la Unificación alemana. Una reflexión

mmmAh, el paso del tiempo! Tres de Octubre, día de la Unificación alemana. Estaba uno allí, tal día como hoy de 1990 detrás de la puerta de Brandenburgo, junto al Reichstag, transmitiendo el acto lleno de esperanza con la señora R.M.M, hoy directora generala de la cosa.

Mucho ha cambiado el escenario mundial. Nadie imaginaba entonces que China iba a convertirse en un gigante, o que la única potencia restante tras la caída del Muro iba a estar regida por un payaso, o el otrora glorioso Reino Unido de la Gran Bretaña, por un suicida.

Europa está desinflada. Alemania está desorientada. No hay partidos políticos, no hay líderes, no hay visión, ni aquí ni allí. La democracia cristiana está desorientada; la socialdemocracia, totalmente hundida, falta de narrativa. Lo Verde es apenas un sentimiento cargado de buenas intenciones, sin programas concretos, que, en caso de ser aplicados, serían muy duros para la población. Lo de la niña sueca es una bobada orquestada por una agencia de relaciones públicas que encanta a los Mass Media, pero que se desinflará como burbuja que es. La lucha contra el Cambio Climático debemos hacerla todos y cada uno en los gestos cotidianos, si es que creemos en el peligro. Lo dudo. Como dudo que lo hagan los niños manipulados que salen ahora a las calles, hasta en los pueblos de Albacete (los he visto, hay foto).

Los que tienen el poder, los cuatro que realmente lo tienen y que bombean sumas ingentes a los grandes lobbies que crean opinión, como el recientemente fallecido Robert Koch (véase el sincero obituario en The Guardian)  desmenuzan el escenario y nos llevan con sus apoyos a “los grandes temas” por corrientes parciales, evitando el gran problema: el abismo creciente entre el insaciable Gran Capital y la masa (hombres y mujeres, nos zurran por igual), un ente difuso formado hoy por unidades desconectadas entre sí en lo social, que perdió el sentido de tribu o de pueblo y que hoy es dirigido a distancia. Es el hundimiento de las clases medias domesticadas a través de los móviles y el consumo.

Frente a una Europa que debería sentirse unida, porque hoy, afortunadamente, es un territorio común de libre circulación, el populismo de derechas camina hacia el pasado, intenta recuperar el sentido de la “Nación”, y el populismo de ¿izquierdas?, se apoya en “los más necesitados”, necesita pobres.

Veintinueve años después de aquella Unificación, del fin de la Guerra Fría que sirvió a Occidente para sujetar a las masas con el miedo a la URSS, nos encontramos perfectamente “desunificados” como especie. No tenemos más credo que el PIB, debemos llegar al 3%, de crecimiento, tenemos que consumir, hasta que el planeta reviente.

Se pregunta Peter Sloterdijk en su libro Los hijos terribles de la Era Moderna: sobre el experimento antigenealógico de la modernidad ¿qué sucede cuando una tendencia a la expansión llega a su tope? Y afirma: si un sistema imperial agota el espacio de juego de su capacidad de expansión, se derrumba sobre sí mismo, siguiendo una oscura ley procesual.

En esas estamos.