Tertulia en Europa en Suma: Sahara. ¿Que puede hacer la UE?

SAHARA, ARENA EN LOS OJOS. Ceuta y Melilla en el horizonte.

021220105822El conflicto del Sahara Occidental, las últimas protestas de los saharauis en el Aaiún, la represión marroquí y las reacciones en España y en Bruselas, llega a la tertulia mensual de Europa en suma.

Durante los últimos años, hemos escuchado y seguimos escuchando a políticos, analistas y periodistas que siguen el contencioso que no tiene solución., a pesar de aquella bravata inútil de JLR Zapatero de que "éste" (se refería al cesado ministro de exteriores, Moratinos) arregla "esto" en seis meses. La falta de visión de la política exterior española en las últimas décadas, hacia el Mahgreb, conflicto del Sahara o Marruecos, es espantosa, asalto del islote de Perejil de JM Aznar, incluido.

En esta ocasión, el Frente Polisario, desde su exilio en las arenas de Tinduf, en la vecina Argelia, donde sobreviven 170.000 personas, se ha visto sorprendido por los acontecimientos, asegura Yolanda Sobero, periodista de TVE, autora de dos programas para En Portada sobre el conflicto y, hace unas semanas, de un libro sobre su historia reciente. Sucede como la primera Intifada palestina que nació en el interior de los territorios ocupados y sorprendió a la misma OLP en su exilio en Túnez.

EL_A1Son ahora, como en las revueltas universitarias de 2005, los nativos de la excolonia española los que se rebelan contra la marginación a la que están sometidos por el régimen de Rabat, que ha inundado el territorio de colonos procedentes de Marruecos para "marroquinizarlo".

Pero, estima Sobero, los sucesos de las últimas semanas pueden modificar el clima en el Aaiún, incluso entre aquellos saharauis que se habían pasado del Polisario al Sahara y aceptaban el control marroquí.

Hay nativos que están a sueldo de Rabat y disfrutan de fabulosas mansiones en El Aaiún, a las que invitan a sus huéspedes para contarles lo excelente de la situación. Pero muchos se niegan a ser súbditos del rey de Marruecos y siguen pidiendo, inútilmente, el referéndum de autodeterminación pendiente desde la salida de España en 1976, que transfirió la administración, que no la soberanía, a Marruecos en el norte y a Mauritania en el sur, país éste que se retiraría más tarde de los denominados "acuerdos tripartitos".

Para Maruecos, el referéndum solo tendría sentido si sirviera para confirmar la pertenencia del territorio al reino. Y ahora, señala la periodista que ha visitado el Sahara varias veces en los últimos años, Rabat sigue sin fiarse de los saharauis, por supuesto, pero tampoco de los colonos llegados del norte, muchos de los cuales viven también en la miseria. La vigilancia, la desconfianza, el espionaje en la zona es total, asegura Sobero. "Llegas a un restaurante en Dajla, la antigua Villa Cisneros, y te dicen que ya tienes reservada una mesa. Se supone que debe ser la que tiene micrófonos", puntualiza.

Así las cosas, ni Marruecos puede anexionarse, unilateralmente, frente a la comunidad internacional, un territorio que solo administra, ni el Polisario contaría hoy con el viejo apoyo de la Argelia socialista, enemiga jurada del vecino país, para lanzar de nuevo las hostilidades que hagan poner de rodillas al régimen marroquí, a pesar de las soflamas de alguno de sus dirigentes y de los camiones cargados de gente, solo de gente, de camino hacia el oeste, que han mostrado las televisiones desde Tinduf.

La región estuvo en guerra desde 1975 hasta el alto el fuego de 1991. En esos años el ejército marroquí iba protegiendo los enclaves más importantes de los ataques del Polisario desde la vecina Tinduf con un sistema progresivo de muros de tierra, acompañados de campos de minas y vigilancia electrónica, que terminaría por "impermeabilizar" gran parte del territorio, desde el norte hasta la frontera con Mauritania.

La MINURSO de la ONU es la misión encargada de velar por la celebración del referéndum, pero sus miembros se aburren mortalmente en el desierto. Eso sí, sus fuerzas están bien dotadas en lo monetario y alimenticio, y cuentan con la aparición de vez en cuando de "visitadoras" de aspecto eslavo, como las de la novela del último Nobel de Literatura.

¿Le cuesta a Marruecos su presencia en el Sahara? Sí. Mantiene allí un contingente de de más de cien mil soldados desde los tiempos de Hasan II, ocupados en la "protección del territorio nacional". Pero, por qué no decirlo, el Ejército, con esa sagrada misión, está lejos de Rabat y de las veleidades golpistas de la década de los 70 del siglo pasado contra el padre del actual monarca.

El gobierno español tiene que hacer frente a una opinión pública mayoritariamente pro saharaui, fruto de la mala conciencia por la salida apresurada del territorio en plena agonía de Franco y la pésima gestión de los posteriores gobiernos. Felipe González visitó Tinduf en 1976 con el responsable, entonces, del Polisario en España, Ahmed Bujari, y prometió allí... cosas que después no cumplió, para terminar veraneando en una propiedad real en el Cabo Espartel, al oeste de Tánger.

Cierto que el gobierno español es el único que pone el contencioso sobre el tapete internacional. Pero ahora ha callado. Ha decidido esperar a que informaran previamente los observadores neutrales sobre lo que realmente había acontecido en el Aaiún. Informes no llegan y no llegarán. Pero el gobierno debe saber como conocen los parlamentarios europeos en Bruselas que según "un servicio de espionaje occidental fiable", también conocido como de "inteligencia", hay entre 500 y 600 desaparecidos en el Sahara tras la represión de la revuelta. No se habla de muertos, sino de "desaparecidos".

El Congreso de los Diputados, a instancias de Izquierda Unida se ha atrevido a aprobar una resolución por la que se pide al gobierno que condene la represión de las protestas, lo ha incendiado los ánimos del gobierno y del parlamento marroquíes. O, más bien, del Rey. La cámara de Rabat amenaza ahora, no es ninguna sorpresa, con responder pidiendo la reapertura de los contenciosos de Ceuta y Melilla, que para el Estado español no son tales, sino ciudades españolas, sin más.

En la década de los 80 los periodistas jóvenes que llegaban a Rabat escuchaban una sentencia de los viejos zorros de la profesión, que conocían como la palma de la mano el territorio, los viejos mandatos francés y español, y hasta el último pozo de agua del Sahara. "No te olvides de una cosa", decían. "El padre, Mohamed V, recuperó Ifni. El hijo, Hassan II, el Sahara. Y a su heredero le tocarán Ceuta y Melilla".

El reto está ahí y estará en los próximos años. Ceuta y Melilla servirán siempre para agitar el fervor nacionalista, desviar la atención de otros problemas internos y presionar a España. Pero, incluso en el seno del PSOE hay quien dice que en un momento determinado España tendría que haber dado, o tendrá que dar, un puñetazo en la mesa y decir: ¡basta!

Marruecos cuenta con varios ases en la manga. Aparte de la presión sobre las dos ciudades, está el peligro de la extensión del extremismo islámico que se mueve más al sur, por el Sahel, pero en una región deshabitada donde no hay controles ni fronteras; no está delimitada siquiera la que puede haber entre Marruecos y Argelia. Rabat puede abrir la mano en la salida de pateras, reabrir el grifo de la salida de la producción relajante de Ketama. Y están también las importantes inversiones españolas en el país vecino.

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SAHARA TINDUF

El problema es lidiar con un régimen encabezado en lo político y religioso por el monarca, príncipe de los creyentes de Marruecos, que no ha avanzado en el proceso de apertura prometido cuando llegó al trono. Este verano, un semanario marroquí denunciaba la arbitrariedad en el cese por voluntad real de unos supuestos corruptos en el norte del país, una región habitualmente olvidada, que se está intentando desarrollar para contentar a los habitualmente revoltosos rifeños: ceses fulminantes, por sospechas, sin garantías procesales propias de un Estado de derecho. Aunque, según los cables estadounidenses filtrados por Wikileaks, la corrupción en Marruecos está encabezada por el círculo inmediato al Rey y por el mismo Mohamed VI, una situación peor aún que en tiempos de su padre, Hassan II. En Marruecos no se invierte nada no pase por la supervisión y el correspondiente porcentaje destinado a Palacio. Según The Economist, Marruecos ocupa el puesto 116 entre 167 países en transparencia democrática, al mismo nivel que Mauritania o Kuwait.

Para los periodistas, cada vez resulta más difícil cubrir un conflicto. Israel puso un muro de acero a la prensa en su último ataque contra la franja de Gaza. Ahora, Marruecos ha lanzado arena a los ojos de los informadores, que han tenido que hacer innumerables viajes al aeropuerto de Casablanca para que ver como eran anulados "misteriosamente" sus viajes a El Aaíun; como eran expulsados los que habían hecho el viaje por carretera; como se aceptaban semanas después apenas dos medios que estuvieron presentes unos días y en medio de enormes dificultades. ¿No tendrían estos medios que haberse negado a la "invitación" si no iban todos los que quisieran? Los únicos "informadores" han sido en esta ocasión los miembros de las oenegés presentes en la zona, con voz y video, hasta que han conseguido salir de sus escondrijos y regresar a España. Ha habido en esta ocasión "filtraciones" a la prensa de material como la foto de los niños heridos que después se demostró que eran palestinos de Gaza y que fue esgrimida por las autoridades marroquíes como ejemplo de manipulación, pero que fue filtrada ¿por quién? Hay demasiados entrecomillados en este párrafo. Lo sé. Tantos como misterios, mentiras y arena en el desierto, donde se ha impuesto el silencio a toque de queda después de la revuelta.

Las protestas en el Sahara y la represión posterior apenas han tenido eco en la prensa extranjera, si exceptuamos a España y Francia, país constituido en lobby que trabaja a favor de Marruecos. Para Londres o Berlín, para el prestigioso servicio mundial de la BBC, el conflicto queda muy lejos.

Pero el Parlamento europeo, por iniciativa de los propios diputados, aprobó una resolución en la que se reclama una investigación internacional auspiciada por Naciones Unidas, se condena la violencia utilizada en el desmantelamiento del campamento, se lamentan los ataques a la libertad de prensa y de información y se pide la visita de una comisión acompañada de prensa, antes de fin de año. Como respuesta, el ministro de exteriores marroquí, Fassi-Fihri, adelantó una comparecencia prevista para lanzar, según el eurodiputado socialista Andrés Perelló, una de las intervenciones más soeces que, en su opinión, se han escuchado en la Eurocámara. El ministro rechazó el referéndum y la independencia. Por cierto, el Tratado de Asociación entre la UE y Marruecos, como todos los tratados que firma la Unión con terceros países, incluye el respeto a los derechos humanos. El Parlamento Europeo, con nuevos poderes tras Lisboa, recuerda que para ratificar todo nuevo acuerdo de pesca con Marruecos, que contemple la aguas del Sahara, bajo administración, que no soberanía de Rabat, será necesario demostrar que los beneficios están destinados a los saharauis. Pero poco más puede hacer la UE, "que parece más una cooperativa que una verdadera Unión", subraya Perelló. La Comisión y el Consejo europeo no hacen prácticamente nada por presiones de Francia, la ex potencia colonial con intereses en ese país y asiento en el consejo de seguridad de la ONU. La UE sigue sin política exterior común un año después de la entrada en vigor del Tratado de Lisboa, que tenía en este apartado uno de sus pilares.

"No hay más salida que una autonomía amplia dentro del reino", sostiene Yolanda Sobero. Pero eso podría plantear problemas y exigencias paralelas en el díscolo norte rifeño, odiado por los árabes del interior.

En el horizonte quedan las posibles presiones marroquíes contra Ceuta, la anunciada marcha no realizada, y Melilla, los disturbios en la frontera de este año y el reciente corte de agua; la "reevaluación" de las relaciones bilaterales que pide el Parlamento de Rabat. Un problema que tendrá que lidiar el gobierno español de turno en los próximos años. Esperemos que tenga una estrategia preparada.

Tras los disturbios cerca de El Aaiún, una fina capa de arena ha cubierto ya los restos de las protestas en el improvisado campamento de Agdaym Izik. Un espeso silencio llega desde el Sahara en las últimas semanas. No se descartan en un futuro, más o menos cercano, más tormentas, de arena y de las otras. Pero más al norte, cerca de los enclaves, puede haber también temporal. Y no meteorológico.

"Hay que ir a buscar las imágenes porque están en el desierto"

Jean Genet