En donde se cuentan las cosas maravillosas que acontecen y de los cargos que se se aplican al recibo de la luz, demos o no al interruptor.

Europa, la electricidad, los vientos y los fósiles, en la tertulia de Europa en suma.

Con Heikki Stedt, director de política energética de la Asociación Empresarial Eólica y José Luis Sancha, especialista del sector eléctrico y políticas energéticas.

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En la Unión Europea no estamos muy bien de energía. De la política, de la anímica y de la otra. Importamos más del 50 % de la energía que consumimos; en España en torno al 70 % . Pero, además, nuestros principales suministradores, Rusia, Oriente Próximo o Venezuela, no son muy “fiables” o poco “estables”.

En su momento, apostamos en Europa y en nuestro país por las renovables como alternativa a la dependencia del exterior, pero ahora, en España, estamos en pleno apagón de la eólica y la fotovoltaica. 

El sector eléctrico es uno de los elementos que definen el éxito de un modelo, afirma el presentador de la charla, Luis Pintor,  pero subraya que es al mismo tiempo un factor decisivo para la supervivencia de ese mismo modelo. Hoy, casi todo es eléctrico y, si quiebra este sistema, todo se hunde, precisa.

En los años 70 del pasado siglo, tras el primer shock petrolífero, las energías renovables se convirtieron en la gran esperanza, pero hoy estamos en pleno frenazo, comenta Pintor. La sociedad, o no quiere este tipo de energía, o no está dispuesta a pagar la factura.

Hasta esos años, nadie se planteaba otro tipo de energía que la procedente de recursos fósiles, carbón o petróleo, sobre todo éste porque su precio era muy bajo, recuerda Heikki Willstedt. Pero la OPEP tomó las riendas que estaban hasta entonces en manos de las grandes petroleras. Occidente quedó a merced de los productores que triplicaron el precio del crudo en unos años. El mundo desarrollado buscó entonces alternativas al suministro y las encontró en el Mar del Norte y en Alaska. Se pone en marcha la Agencia Internacional de la Energía, Francia desarrolla las nucleares, el Reino Unido, el gas, y España, la nuclear y renovables. Hay un desarrollo de la eficiencia energética para consumir menos.

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Tras el fin de la guerra fría, con la caída del muro de Berlín, los EEUU presionan a Arabia Saudí para que inunde el mercado de crudo. Bajan los precios y la URRS, el viejo enemigo, se rompe. Pero a mediados de los años 90, los pozos del mar del Norte anuncian su próximo agotamiento. Tendremos problemas en el futuro. Surgen dos posibilidades: o subimos los impuestos a la importación de combustibles o desarrollamos las renovables. Se decidió esto. En España, hoy, esta fuente suministra el 25% de la electricidad que consumimos. El 50% viene del petróleo y otro 20% del gas. El año 97 se aprueba la ley del sector eléctrico para reforzar los recursos autóctonos. La eólica registró un boom porque había buenos técnicos, buenas empresas y una demanda creciente, debido al crecimiento económico. España estaba en esta tecnología cuatro o cinco años por delante de los países del entorno, precisa Steadt; vendemos tecnología a países como los EEUU.

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Pero tenemos un parón de consumo por la crisis y un decrecimiento de consumidores porque muchos emigrantes regresan a sus países de origen. El año pasado perdimos 250.000 habitantes.

Y un gran problema: 100.000 megawatios instalados y 40.000 de consumo en los picos.

Otro es que la instalación de aerogeneradores creció lentamente, pero tuvimos una explosión en la instalación de placas solares, muy por encima de lo previsto, porque estaban subvencionadas. El drama de las renovables fue político: se dieron unos incentivos muy altos para unas tecnologías que no habían madurado.

En un momento determinado, sostiene Stedt, habrá que limpiar la factura de la luz y pasar las subvenciones a los presupuestos generales del Estado. En 2007, en pleno boom económico, también conocido como burbuja, el barril de petróleo rondaba los 150 dólares. Los gobiernos actuaron para que ese incremento no pasara a los consumidores, pero el estallido de la burbuja forzó el recorte de las subvenciones.

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Sin embargo, hay países como Alemania que, tras la catástrofe de Fukushima, deciden el parón nuclear para 2022 y que en 2050 toda la energía sea procedente de renovables. Los alemanes están aprovechando unos tipos de interés cero para llenar el Mar del Norte con gigantescos molinos de viento. Hoy, prácticamente todos los generadores solares que se instalan en Europa se colocan en Alemania. Allí se favorece el autoconsumo y aquí se penaliza...

En España tenemos 23 gigawatios instalados en eólica, el equivalente a 23 centrales nucleares, pero el problema es que no se puede crecer en este campo si la demanda sigue baja.

Tenemos un consumo bajo, sí, pero la electricidad es más cara en nuestro país, un 22% por encima de la media europea. No por el costo de la energía, sino por el peaje de acceso, porque se han metido demasiadas cosas en el recibo dela luz.

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José Luis Sancha, experto en el sector intenta aclarar el contenido de nuestro famoso recibo:

Punto 1: potencia contratada. Hay que pagar aunque no consumas.

Punto 2. Consumo. Está claro.

Punto 3. Impuesto que se carga al consumo eléctrico, que nació como subvención al carbón, pero que hoy pasa a las Comunidades Autonómicas ¿¿??.

Punto 4. El alquiler del contador. Claro.

Punto 5. El IVA. Más claro aún.

La venta de electricidad es libre, pero no sabemos si tenemos un precio regulado o no

En el recibo de la compañía nos encontramos con arcanos como el PVPC, que es el precio voluntario para el pequeño consumidor. Es un contrato de empresa regulada, que tiene un precio regulado. La mitad de los consumidores están con empresas que tienen este tipo de precio y la otra mitad, en el mercado libre .

Los detalles de todo este galimatías están a la vuelta del recibo, que presenta un desglose que permite analizar el sector eléctrico.

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En primer lugar, dice Sancha, tenemos una tarifa fija que contiene dos elementos: uno, el peaje de acceso, la red de transporte y es el regulador el que estima el costo de la red, unos 17.000 millones de euros/año, que se reparte entre los consumidores.

En segundo lugar, están los costos de comercialización, unos 4 euros por KW contratado.

El tercero, el fijo de potencia, que es la suma de esos factores.

Luego tenemos las redes secundarias de distribución, los incentivos a renovables, unos 7.000 millones este año, y 3000 millones por el también famoso déficit de tarifa. Los distintos gobiernos no aplicaron en su momento el precio real, las subidas, a pesar de tener la electricidad más cara de Europa, y ese déficit , que ha sido financiado por los bancos, suma hoy 28.000 millones de Euros.

Además, hay regiones no peninsulares, las islas, que no pueden albergar grandes instalaciones, lo que reduciría los costes. Pero se trata de que todos los ciudadanos  tengan el mismo precio.  Por este concepto hay que sumar otros 800 millones. Ítem más. Otros 700 millones van destinados a financiar industrias como el aluminio que no serían rentables con precios altos.

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Estamos, debido a la crisis, en los consumos de hace diez años y se han pasado los peajes de consumo a fijo, con el prejuicio consiguiente para las segundas viviendas.

Esperamos haber conseguir traer más luz al recibo de la ídem. Porque pagarlo, hay que pagarlo. Y no podemos salirnos y montarnos la auto producción, porque los que mandan, no el Estado que somos nosotros, sino los que mandan, no nos dejan...

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