Suiza, patria querida

Un viaje al corazón de Europa en versión telefónica.

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Hola, qué tal? Ya hemos llegado. Muy bien. Un vuelo muy corto. ¡Qué aeropuerto más pequeño para una ciudad tan sonada! Será porque la gente no viene aquí con maletas, sino con maletines, ja, ja, ja. Y además está compartido con Francia como el de Basilea. Estos suizos son ahorradores, no como nosotros que los hacemos en medio de la pampa, y así nos va. Pero esta es la tierra de Calvino, la Reforma, y eso es austeridad. Nosotros somos la Contrarreforma, más de despilfarro, de cañitas y eso de usted-no-sabe-con-quien-está-hablando, de hidalgos corruptos, ja, ja, ja. Luego te llamo.

Hola, pues me he dado un paseo por el centro y qué decepción. Vine la primera vez aquí hace unos cuarenta años y estaba todo limpísimo. Ahora está el suelo lleno de colillas, esto no es lo que era. No sé si será por los extranjeros. Porque esto está lleno de gente de todo el mundo, sobre todo de árabes del Golfo. Ellos, con ropa deportiva y ellas, cubiertas de los pies a la cabeza. A muchas apenas se les ven los ojos, pero llevan varias bolsas de marcas bien a la vista. Te dejo que voy a comer o a intentar comer. He visto menús económicos a 35 euros, sin bebida. Todo vale el triple.

Oye, te vas a partir de risa. Me ha contado un camarero que hace unos días se armó una bronca en un restaurante bastante caro a pocos metros del reloj de las flores por dónde pasan todos los turistas. Resulta que estaba allí comiendo un alto personaje español, no por la alcurnia o el cargo, sino porque él es alto y es algo porque está casado con una señora también alta, de Alta Cuna, y que están como refugiados aquí ¿Me sigues, no? Pues varios turistas le insultaron y la cosa no llegó a mayores porque intervinieron los escoltas. Que llevan escoltas, sí. No se cortan un pelo. Oye, te dejo que voy a tomar un café o a intentar tomar un café.

Oye, qué precios. Un café, cuatro euros. Eso sí, está bueno. Esto huele a dinero por todas partes. Está a mi lado un señor que habla inglés pero parece escapado de La Muerte en Venecia, con su terno de lino a pesar de que estamos a 36 grados, que también ha llegado aquí la ola de calor. Y lleva un reloj que deben costar cinco dígitos. La clase es la clase. En un momento he visto pasar un Ferrari, un McLaren, dos Aston Martin y un Ac Cobra. Se ve que no es lo mismo ir al banco con un deportivo que con un utilitario. Bueno te dejo, que me voy a Berna. Ah, me olvidaba. Me ha contado un señor que va en grupo, en autobús, que les paró la policía en la autopista el otro día yendo a Lausana. Se les puso delante un coche patrulla con el Follow us encendido y les llevaron a una estación de policía tan moderna que parecía la sede de un banco. Y allí le pidieron al conductor todos los papeles, les tuvieron una hora. Creo que le pidieron hasta el último análisis de sangre. Y cuando iban a salir, pues no. Sube un agente con un perro husmeador a la búsqueda de no sé qué. Con sus patas cubiertas con una especie de calzado para no rasgar nada. Lo más gracioso es que el can se dedicó a husmear el suelo y no los altillos donde va el equipaje de mano. Dice este señor que se le ocurrió preguntar al poli por el nombre del lindo perrito y el agente le gritó en un fuerte alemán dialectal: ¡cállese y quédese quieto! En fin. Bueno, te dejo que me voy para Berna.

Oye, que estoy en la plaza donde está el parlamento de la Confederación, en la Bundesplatz. ¡Cómo son estos suizos! Para ahorrar y optimizar lo utilizan también como parlamento del cantón de Berna. Y lo hacen así en todos los cantones, ayuntamiento de la capital y parlamento del cantón en el mismo edificio. Como nosotros, ja, ja, ja. Pero me dice un señor, que me ve interesado en los edificios, que quien manda en realidad son los que están alrededor de la plaza, los bancos, desde el Central Suizo a los privados, ja, ja, ja. Como en todas partes.

Oye, ya sabes que los taxistas y los camareros son la principal fuente de información de un periodista cuando llega a un país, ja, ja, ja. Pues me cuenta un camarero que cobra unos 5.000 francos al mes, que en euros viene a ser lo mismo, y que paga apenas el 12% de impuestos. El camarero es de Alemania, de la antigua República Democrática, y se vino aquí porque en esa región hay mucho paro. En realidad ha cumplido el sueño de muchos alemanes, que lo que desean de verdad es ser suizos, ganar bien y vivir en un país pacífico, no dominar Europa como sostienen los griegos, ja, ja, ja. Ah, y me dice que apenas del 30% de los suizos son dueños de sus casas, viven de alquiler. Casi como nosotros, ja. Y mira que hay bancos aquí. Seguro que no han ido a ofrecerles una hipoteca, ja, ja, ja.

Oye, y antes he estado en la calle central y me he encontrado la casa de Einstein, que trabajó aquí como funcionario de la oficina de patentes entre 1903 y 1905. Como para tener estrés. Debía aburrirse tanto en esta ciudad tan tranquila, tan provinciana, que debió ponerse a mirar las nubes y empezó a pensar en el sistema solar y luego en el cosmos y fue aquí donde cambió la idea que tenemos del mundo. Lo que son las cosas. Lo que puede hacer el aburrimiento.

Oye que me he escapado unos días a la Selva negra, al sur de Alemania, porque estuve estudiando aquí hace unos años y quería ver cómo están las cosas en la gran potencia europea, ja, ja, ja. Impresionante. Todas las casas de los pueblos, con cubiertas a dos aguas, tienen la que está orientada a mediodía llena de paneles solares, ja, ja, ja, como en nuestro país, donde nos multan si ponemos uno...

Oye, que me he venido hasta Zurich, la capital de los seguros y de los bancos más potentes. Oye, no se nota el dinero y eso que ésta es una de las ciudades más ricas del mundo, con más calidad de vida, según algunos estudios. La gente va vestida de manera sencilla, las chicas no van tan sexualizadas como en nuestra tierra y los señores no llevan esos ridículos trajes modernos de dos botones, estrechos, como si fueran a estallar por la musculatura. Y apenas se ve a gente con el móvil en la mano guatsapeando. Se ve que cuanto más pobres somos, intentamos demostrar que somos más modernos. El casco viejo, muy conservado, parece de una ciudad de segunda. Cuesta imaginarse que aquí se mueva tanto dinero. Callejeando, me he topado con la casa donde vivió Lenin en 1917, antes de que le metieran en el vagón sellado para que hiciera la revolución y sacara a Rusia de la guerra. Terminó aquí El imperialismo como fase superior del capitalismo. Qué cosas. Pero los zuriqueses han sido siempre muy hospitalarios, lo mismo acogen a los que llegan con mucho dinero que a los anticapitalistas revolucionarios, ja, ja, ja.

Oye que me he venido hasta Lucerna por aquello del lago y del puente que es un poco kitsch y me he llevado un susto enorme. ¡Está lleno de chinos!, de la China Roja, sí. Son miles, decenas de miles, yo diría que cientos de miles. Muchos tienen los dientes torcidos, han llegado del campo hace unos años, pero todos tienen miradas fieras como las de los carteles revolucionarios de la época de Mao. ¡Pero ahora vienen a comprar relojes y ropa de marca! Van frenéticos por las calles con las bolsas. Nosotros vamos a Pekín a comprar relojes falsos y ellos, con lo que sacan de beneficio, vienen a Suiza a comprar los auténticos, ja, ja, ja. Tengo una foto simpática con un puñado de chinos protegiéndose de la lluvia ante la tienda de Patek Philippe, que, como sabes, es el mejor de todos, ja, ja, ja. No han abandonado el comunismo y se han hecho consumistas. Un baile de letras, nada más. Y luego, los que alaban la globalización, nos cuentan que este proceso ha sacado de la miseria (no creo que se murieran de hambre, no hay datos) a cientos de millones de chinos (metiéndolos en las cadenas de montaje).Total, para que un puñado se enriquezca y venga a aquí a hacer el guiri. Viajar para ver. Pero para los que no pueden viajar, los chinos que han copiado todo, desde ropa de marca hasta relojes, pasando por smartphones y coches, han levantado allí copias de los hoteles suizos. Como la del Grand Hotel Victoria Jungfrau de Interlaken, en versión Shanghai, pero que debe ser bastante hortera. ¡El único restaurante occidental que tiene es un Kentucky Fried Chicken!

Oye, que me he venido hasta Interlaken y esto está igual, lleno de chinos y de árabes. Del Golfo. Las habitaciones, a partir de 500 euros. ¡Qué cosas!, antes venían a éstos lugares la nobleza austrohúngara y los pensadores alemanes, Goethe, Mann, Nietzsche, a inspirarse en estas cumbres, y ahora vienen los nuevos ricos que lo son porque tiene abierto el grifo del petróleo. Claro que Davos, sí, la del sanatorio de la novela, tampoco es lo que era. La ha tomado el dinero. Pregunto a un joven y me dice que es de Kuwait. Viene acompañado de su numerosa familia, cuatro señores, cuatros señoras, que van por separado, y un puñado de niños. ¿Qué, una semana?, pregunto. No, un mes, me dice. Es que en Kuwait hace mucho calor en esta época. ¡Coñe!, le digo, y en la antigua y califal Córdoba también y, como mucho, los de allí se van a Punta Umbría, que no es lo mismo.

Hola, ¿qué tal?, yo bien. Oye, que me he llegado hasta el glaciar del Ródano, sí, donde nace el río y dicen que está retrocediendo cada año. Al frente del glaciar le han puesto encima unos plásticos blancos para evitar que se descongele, qué gracia. En realidad empezó a retroceder en 1850, cuando terminó la Pequeña Edad de Hielo en Europa, que había comenzado a finales del siglo XIV. Hay fotos y grabados de la época. O sea, que el deshielo empezó mucho antes de que naciera el primer automóvil y de la segunda revolución industrial, el uso masivo del carbón. Es decir, que es por el cambio climático, pero no solo por el propiciado por el ser humano. Oye, que se pone uno metafísico en estas cumbres, como el señor que hablaba de Zaratustra y que venía cerca de aquí, a Sils. Estaba pensado en el absurdo debate entre creacionistas y evolucionistas. ¿Es que alguien puede creer que un ser superior colocó aquí estas montañitas, los ríos, los prados, las casitas y hasta las vacas, como si se tratara de una postal? La fe no mueve montañas, las mueven las placas tectónicas, como sabemos que sucedió con la formación de los Alpes y de todas las otras montañas, ja, ja, ja.

Oye, que estoy pasando por la parte francesa del Cantón del Valais y he visto varios aeropuertos militares, oye, sin valla alguna, sin medidas de seguridad, que llegas a pie a uno de los búnkeres y tocas los aviones de combate. Claro que aquí dicen que quién va a cometer esa barbaridad. Nadie. No hay peligro de atentados. Los judíos ricos y los árabes ricos conviven aquí sin problemas. Oye, que hoy éste es un país pacífico y neutral, pero le ha costado lo suyo mantener la independencia, librarse de franceses, alemanes y austrohúngaros. Son o eran fieros. Tanto que el Vaticano montó la Guardia con suizos porque eran los mejores combatientes de Europa, se decía. Y están preparados para la guerra. Aquí los hombres hacen la mili 15 días al año hasta los 45 y tienen en casa el uniforme y la escopeta por lo que se dice que es el Ejército que más rápidamente se puede movilizar de todo el mundo. ¿Que hay invasión ? Pues tienes al Hans de turno en la esquina de su casa con el arma dispuesta y hasta con la navaja suiza para repeler la agresión. Menudos son. Neutrales sí, pero muy precavidos también. He visto en las gargantas del río Aar, sí, el que pasa por Berna, cajas de municiones de la segunda guerra mundial con un letrero: para abrir en caso de guerra...

Oye, y hablando de precauciones. Acaba de comenzar el curso y en todos los pueblos hay pancartas enormes advirtiendo del paso de los escolares. Como han estado de vacaciones han perdido la costumbre de ver niños por la calle. ¡Y qué sistema de escolar tienen! Separan a los niños a partir de los diez años en tres grupos, los muy listos, los medianos y los torpes, para que cada uno lleve su ritmo. ¡Que precisión! Con diez años ya saben si van a ir a la Universidad o a la fontanería. Claro que seguramente ganarán más éstos que aquellos, como pasa en nuestra tierra, ja, ja, ja.

Oye, hablando de medidas estrictas, que me he llegado hasta Zermatt, sí, ese pueblo que está al pie del monte Cervino. ¿Sabes que es la única población del mundo que no permite el tráfico de vehículos con motores de combustión? Solo hay unas pequeñas furgonetas eléctricas. Llegas en el tren y te puedes llevar las maletas al hotel en un carrito de supermercado. El aire está muy limpio y los zermateños quieren que lo esté más. Claro que es un pueblo solo para los muy, muy ricos. Pero, al menos, no pueden pasear aquí con el Ferrari, ja, ja, ja.

Oye, que ya estoy en el aeropuerto de Ginebra, voy a coger el avión. Oye, que he leído en la prensa de aquí que hay nubarrones, pero no de los de arriba sino económicos, porque el franco esta que se sale. No para de subir, un 30% en los últimos meses. Y este país, que exporta mucho, desde relojes a navajas multiusos pasando por quesos, chocolates y medicinas, teme que así no pueda vender. Cada vez que hay una crisis en el mundo llega más dinero a este refugio. Que se lo pregunten a los griegos, a los ricos quiero decir. ¿Dónde tienen el dinero? Bueno, que voy a entrar...

Oye que ya he llegado. Muy bien. Oye, que he estado mirando los digitales de aquí, y qué aburrimiento de país, seguimos con los salvadores de todo tipo, los populistas y los independentistas. Yo creo que emigro. De momento, he abierto una cuenta en Suiza, que es legal, ¿eh?, pero con un euro. Para presumir. Espero que no me persiga Hacienda, ja, ja, ja.

 

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