La UE tiene en sus manos poner fin a la carnicería de Afganistán, aunque no lo hará

logoasoc-02La ruptura de la coalición de gobierno en Holanda, por discrepancias sobre la participación en la ocupación de Afganistán, podría ser un buen precedente, si no queda en un mero episodio aislado. La OTAN (es decir, Estados Unidos), temería ahora un efecto dominó que, si las mayorías populares de los países miembros no estuvieran tan apesadumbradas por la crisis económica, tendría más probabilidades de producirse.

Ese sería uno de los pocos detonantes de la verdadera retirada, del fin de la ocupación y, quien sabe, si de la guerra. La otra, la derrota del ejército de los EE.UU. por  la guerrilla afgana, parece bastante improbable, si bien a mayor número de bajas entre las fuerzas ocupantes norteamericanas, mayor probabilidad de que se acelerara la retirada real: eso, si en los EE.UU. el rechazo a la ocupación alcanzara un nivel tan elevado como para que demócratas y republicanos comenzaran a pensar en poner por delante sus respectivos intereses electorales.

Pero, por ahora, todo indica que el episodio holandés, por el momento sin consecuencias directas en el terreno bélico, no va a repetirse. Alemania, pese al voto en contra de los diputados de La Izquierda, ya ha aprobado aumentar el número de soldados...Y lo ha hecho también la diminuta Georgia, que eleva de 173  a  casi mil el número de los suyos en Afganistán, como corresponde a un aliado tan fiel y, como sabemos, tan dependiente de EE.UU, como es el presidente Saakashvili. Es cuando menos gracioso escuchar cómo en agradecimiento a tan desprendido gesto, Richard  Holbrooke se manifiesta "impresionado" con el “alto nivel de preparación” de los militares georgianos que partirán en las próximas semanas rumbo a Afganistán. Los instructores norteamericanos han debido hacer un milagro, para convertir en una milicia digna de tal nombre al desastroso ejército que, en agosto de 2008, tuvo que salir corriendo delante de los tanques rusos en Abjazia y Osetia.

Así es que, a cuenta de Afganistán y, sobre todo, de los afganos, cada cual parece ventilar en esta guerra sus intereses más directos. ¿También el resto de los países miembros de la OTAN y, entre ellos los de la Unión Europea? Porque de lo que no hay duda es de que los Estados Unidos invadieron Afganistán para defender sus intereses geoestratégicos y que permanecen y tratarán de permanecer allí, desafiantes, plantando cara a las potencias asiáticas emergentes y al viejo rival ruso. ¿O aun hay quien defienda sin ruborizarse, o por ignorancia voluntaria, que el 11-S fue la razón de la invasión? Quizá, acaso, fue la espoleta, la escusa sin duda. Pero la razón, la culpa de todo, hay que buscarla en la riqueza de la región del Caspio en hidrocarburos y el incidente no fue el 11-S, sino la ruptura de los contratos entre el gobierno de los talibán y  Unolocal (ya saben, Baker, Wolfowitz, familia Bush, familia Ben Laden...) para la construcción de gasoductos a través de Afganistán. (1)

Como escribía en noviembre de 2001 Karen Talbot en Global Research:En realidad, EEUU depende en gran medida de sus fuentes de energía doméstica y de Venezuela, principal fuente de importaciones petrolíferas de EEUU. El 15% del petróleo importado procede de África . De lo que trata todo esto es de cómo los beneficios de las grandes corporaciones pueden verse aumentados enormemente vendiendo energía a quienes carecen de ella (el Sur y el Sureste asiático) y de vencer a China y a Rusia en la carrera por hacerse con el control de las reservas de gas y petróleo de Asia Central y la cuenca del Mar Caspio. Las recientemente descubiertas reservas de petróleo de Kazajistán podrían ser fácilmente canalizadas a través de Rusia. Dejar a un lado las vías rusas y de paso obstaculizar las operaciones petrolíferas rusas (que dependen en gran medida de sus clientes europeos), proporcionaría aún más beneficios a las corporaciones occidentales. Ganarían un acceso mayor al mercado europeo. Construir un oleoducto en Afganistán significaría también abrir una ruta aún más directa hacia el Golfo Pérsico a través de Irán, al tiempo que se frustraría la creciente cooperación entre Rusia e Irán. Es el "Gran Juego" del petróleo.(2)

Y como se recoge en ese mismo artículo, John J. Maresca, vice-presidente de UNOCAL, aclaró todo lo que estaba en juego en Afganistán en una declaraciones realizadas ante un comité en la Cámara de Representantes de EEUU el 12 de febrero de 1998:

"La región del Caspio contiene enormes reservas de hidrocarburos sin explotar, una gran parte situadas en la cuenca del propio Mar Caspio. Las reservas totales de petróleo de la región podrían llegar a alcanzar una cifra superior a los 60 mil millones de barriles de petróleo, aunque algunas estimaciones hablan de 200.000 millones."

"Una opción sería construir un oleoducto hacia el sur, desde Asia Central hasta el Océano Índico(...) La única opción alternativa posible es cruzar Afganistán, lo cual también conlleva sus riesgos. El territorios a través del cual se construiría dicho oleoducto está controlado por los talibanes, un movimiento islámico que no goza del reconocimiento de prácticamente ninguna otra nación".

"La construcción de nuestro proyectado oleoducto no podría empezar hasta que se constituya un nuevo gobierno. A pesar de todo, una ruta que atraviese Afganistán parece ser la mejor opción con los menores obstáculos técnicos posibles (...) Dicha ruta acercaría Asia Central a los mercados asiáticos y por lo tanto sería la ruta más barata en términos del transporte del petróleo"

Es tan claro que la invasión de Afganistán no fue para lo que dicen que fue, que los invasores, con EE.UU a la cabeza, se ven obligados a repetir una y otra vez, y los medios de comunicación acríticos (la inmensa mayoría)  a difundir las misma mentiras que vienen repitiendo desde hace decenios. Como cuando justificaron la ayuda militar y el asesoramiento de la CIA a los muyahidines afganos, en la lucha contra la invasión soviética, cuando la intervención norteamericana fue anterior a la invasión. Así, el propio Robert Gates, ex director de la CIA, escribió en sus memorias que “la intervención de la CIA se produjo seis meses antes de que las tropas soviéticas entraran en Afganistán, el 24 de diciembre de 1978”.  Quizá para propiciar la invasión de la URSS, como admitió el asesor de seguridad del presidente Carter, Brezinsky.

Arabia Saudí contribuyó generosamente a la financiación de los muyahidines afganos. La ayuda se canalizó a través de los servicios de inteligencia paquistaníes, el ISI. En total, en los años 80, se gastaron dos billones de dólares en crear y armar esas milicias islámicas que fueron el germen en el que nacieron el movimiento talibán y Al Qaeda.

Otra mentira común es la de justificar la intervención en la necesidad de acabar con un narcoestado. En realidad, la intervención estadounidense fomentó el cultivo y el narcotráfico a lo largo de la frontera afgano-paquistaní y fue uno de los medios de financiación de la guerra de guerrillas. En 1979 Afganistán apenas producía opio suficiente para el consumo de la región y sin  producir heroína. En 1986, ya producía el 40 % de la heroína mundial y, en 1999, más de 3.200 toneladas, el 80 % de la producción mundial de heroína.(3)

Tras la invasión, Estados Unidos y la llamada Coalición, añadimos Coalición vergonzante (Collin Powell dijo el 18 de marzo de 2002:”Hay otras 15 naciones, que, por una u otra razón, no quieren ser nombradas, pero que apoyan la coalición”)(4), se buscaron un títere al que designaron presidente. Un hombre de plena confianza para los intereses de los EE.UU, sin duda. Hamid Karzai era un empleado de UNOLOCAL, hermano de uno de los mayores traficantes mundiales de heroína.

La OTAN se ve asistida por la ISAF (Fuerza Internacional de Asistencia a la Seguridad en Afganistán), a la que se presenta como un contingente para la paz y la reconstrucción. Pero ya vemos cómo están construyendo los invasores la paz y la seguridad para el pueblo afgano, ya vemos las atrocidades, los bombardeos sobre poblaciones civiles, incluso el uso de armas biológicas como el ántrax y el uranio enriquecido. Sin olvidar las masacres de prisioneros, como la matanza de 800 presos en la cárcel de Mazar-i-Sharif en noviembre de 2001 o el escarnio del campo de concentración de Guantánamo.

Nadie puede sostener ni justificar esta ignominia. Ni siquiera los EE.UU; mucho menos la UE y su cacareada polìtica de Derechos Humanos. Que escuchen los dirigentes europeos lo que opinan  afganos nada sospechosos de ser pro-talibán, como la diputada Malalai Joya:

“La política de España en Afganistán está equivocada. Estados Unidos y sus aliados ocuparon mi país bajo la bandera de los derechos de la mujer y la democracia. Instalaron en el poder a los señores de la guerra, tan ignorantes como los talibanes. Las tropas deben irse.”(5) 

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(1) Los Talibán. El Islám, el petróleo y el nuevo “Gran Juego” en Asia Central. Ahmed Rashid. Península Atalaya.2.001

(2) http://www.globalresearch.ca/index.php?context=va&aid=5838

(3) Juan Morales Suárez. Zapatero, en las garras del Águila. El otro país, nº50, enero de 2010. (Este artículo señala cómo entre 2000 y 2001 “los talibanes (sic) acabaron con este negocio y la producción pasó a tan sólo 185 toneladas, un 94% de reducción...”)

(4)Juan Morales Suárez. Op.cit.

(5)Entrevista en el El Periodico de Catalunya.4 de noviembre de 2008.