Felipe González: los retos de Europa, por Rogelio Pérez Bustamante

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Europa en suma, Asociación surgida por un grupo de profesionales de la comunicación y de la Universidad, organizó ayer 22 de abril su presentación pública en la sede de las instituciones europeas, Castellana 46, con una conferencia de Felipe González Márquez, Presidente del Grupo de Reflexión sobre el Futuro de Europa, quien deberá presentar en junio de 2010 un informe sobre cómo será la Europa de 2020. El prestigio europeo de Felipe González, puesto de manifiesto una vez más en el nombramiento que para tal cargo realizase el Consejo Europeo de Jefes de Estado y de Gobierno de 14 de diciembre de 2007, en iniciativa lanzada por Francia y Alemania y apoyada unánimemente por los Jefes de Gobierno de los 27 Estados de la Unión, así como el reconocimiento a su trayectoria por los líderes políticos españoles, le convierte en la voz más autorizada en un debate en el que se trata de analizar las líneas maestras del futuro de la Unión Europea y la hoja de ruta previsible en la modernización del modelo europeo y en la respuesta a las demandas de la ciudadanía.

Dominador de un escenario en el que comparte Presidencia con un grupo notable de profesionales de la comunicación afectados por el plan de reestructuración de Televisión Española, para quienes generosamente acepta la presentación de su Asociación europea, Felipe González matiza que ante todo se siente cada vez más ciudadano del mundo y cada vez menos nacionalista, que su opinión no representa al Comité de Reflexión sino a su exclusiva responsabilidad personal y que, aunque no tienen ningún poder, se encuentra con el más alto grado de libertad para afrontar sus puntos de vista. No hará en su discurso ninguna alusión ni a ideologías políticas ni a partidos ni a elecciones europeas, pero si a la responsabilidad que los líderes y las instituciones europeas tienen en el desarrollo futuro de la Unión. Estadista europeísta manifiesta que la frontera no está entre ser europeo o no, sino entre tener convicciones europeístas o no tenerlas.

La primera reflexión que efectúa es la referida a la situación de la Unión. Europa está distraída desde hace unos 20 años, justamente el tiempo en que coinciden dos grandes fenómenos: la caída del Muro de Berlín y la desintegración de los bloques y el desarrollo de la revolución tecnológica que cambia la realidad mundial. Desde 1989 emerge una sociedad distinta en términos políticos y en términos económicos y la reivindicación de un multilateralismo diverso. Hay fallos de comunicación en la Unión, pero entiende con acierto que la dificultad de comunicación no está en la diversidad de lenguas, sino en la opacidad de lenguaje que se emplea. La Comisión que es el motor de la Unión no puede renunciar a su iniciativa y el Consejo Europeo de Jefes de Estado y de Gobierno no puede dedicarse a mostrar su estado de ánimo y su preocupación por los problemas que se plantean, tiene que ir directo al fondo de las cuestiones y plantear soluciones colectivas. Llevamos 10 años desde Ámsterdam pensando cómo se reparte el poder en Europa.

La segunda gran reflexión es la referida a los problemas que ha de afrontar la Unión: población -Europa tiene un problema poblacional, con una pirámide que será invertida dentro de unos años. Este es un problema muy serio, la gente vive más tiempo y la pirámide se estrecha por abajo. Con respecto a la migración, manifestó que no es limitable, pero que es corregible-. Rigidez corporativa -Europa sufre una rigidez corporativa que viene del modelo de sociedad-. Agenda de Lisboa -tenemos que revisar la agenda de Lisboa, la sintomatología está bien hecha, pérdida de competitividad, rigidez del sistema, retraso en la incorporación al sistema de conocimientos-. Gap tecnológico -el gap tecnológico de Europa aumenta en relación con Estados Unidos-. Competitividad -estamos perdiendo competitividad, tenemos que pactar una reforma de nuestro aparato productivo-. Libertad de circulación -¿Dónde están las libertades? Los ciudadanos quieren moverse y se les restringen los movimientos. El factor humano del que depende el progreso de la Unión esta limitado en su libertad de movimientos-. Dependencia energética -aunque hubiera sólo tres países que pudieran sufrir un corte de gas, estamos obligados a resolver esos problemas, debemos actuar con carácter global e interdependiente con respecto a la energía y al cambio climático. Tenemos un desafío para el 2020 con el 20% de nuevas energías, 20% de reducción de energías contaminantes, 20% de ahorro energético, para conseguir esos objetivos hay que hacer una revolución energética. El petróleo ha bajado 50 dólares en un momento de recesión mundial, se ha frenado el crecimiento de la demanda, se pasa por una inexorable crisis de oferta, la situación variará tras la recuperación económica. Habríamos de recordar, aunque no se entró en la cuestión, que Felipe González entiende que es un error dramático que no se quiera debatir la cuestión de la energía nuclear y que hay países en Europa que retrasarán 25 años sus programas de lucha contra el cambio climático debido a esta ausencia de debate. Recordó que hay que afrontar la incorporación de nuevas energías y en síntesis manifestó que en materia de energía Europa es un puñetero reino de taifas, alusión necesaria cuando la dependencia energética de Europa alcanza el 56%. Estamos pagando unos costes de transición. Por último, aludió a las dificultades para mantener el estado del bienestar -el estado del bienestar solo es financiable si tenemos una economía del bienestar que lo permita. Tenemos que proyectar el cambio. Tenemos que discutir que pasa con el estado del bienestar en la situación actual-.

Otro bloque de materias corresponde a los problemas de la política exterior y de defensa, las amenazas a la seguridad internacional, aludiendo a la crisis de Georgia, que es una crisis de provocación y quizá de exceso en la respuesta, conflicto que esta ligado a la cuestión del escudo antimisiles. El escudo antimisiles, en el que no cree, no sabemos para que es, pero no es un tema de Eurasia, el problema es que eso impulsa la carrera de armamentos. El Presidente Obama tiene una posibilidad de verlo desde otras perspectivas, ojala pudiera incorporar a Rusia en una política de seguridad conjunta. Lo cierto es que Europa necesita una política exterior y de seguridad propia que defienda nuestros intereses y nuestros valores. Paralelamente es importante nuestra política de defensa, sin cambiar nuestro presupuesto de defensa, debemos formar un cuerpo de ejército de 150.000 hombres con funciones de intermediación sin que tengamos que depender de una especie de subasta, yo pongo tantos en función de unas viejas y actuales dependencias. Debe haber un mando militar integrado. Ahora en el mundo somos más relevantes que lo hemos sido nunca. En la reconstrucción de Gaza cubrimos el 60% del coste pero no tenemos fuerza para evitar otro proceso como el que ha sucedido en Gaza.

A todos estos grandes problemas se une la actual crisis del sistema financiero. El sistema financiero ha crecido al 50% acumulativo, el crédito español crece al 36%. Un tercio de los recursos financieros es propio, dos tercios es de ahorradores ajenos. La crisis se evalúa en 60 trillones de dólares. Se han volatilizado 60 trillones de dólares. En el escenario de crisis financiera, si no tuviéramos lazos compartidos en el espacio único europeo, 15 o 20 de las 27 naciones estarían buscando espacios comunes para encontrar sinergias, la paradoja es que tenemos el espacio, la Unión Europea, pero cada día aparecen intentos de buscar la intergubernamentalidad, de actuar los nacionalismos. Si no existiera la Unión Europea estaríamos haciendo un esfuerzo para inventarla. Tenemos la Unión pero debemos saberla utilizar. La Unión Europea plantea actuaciones concretas, ha pedido que se acaben los paraísos fiscales que recogen el dinero negro –el dinero de la criminalidad organizada- y el dinero opaco –la evasión fiscal-. El esfuerzo que ha hecho Estados Unidos para afrontar la crisis financiera es tres veces mayor que el europeo. Europa tiene que aprovechar la crisis para cambiar. Falta una gobernanza global sobre el sistema financiero y la nueva economía. No hemos conseguido tener una política común en los aspectos anticíclicos ni en los aspectos regulatorios del sistema financiero. Ha de reformarse el Fondo Monetario Internacional, se le ha fortalecido en su capital pero cuenta con menos fondos que el Banco de Desarrollo de Brasil.

Tras esta exposición de un escenario abierto, Felipe González manifiesta que hay que establecer un mecanismo para los cambios, proponiendo un pacto social, económico y político entre todos los agentes, y elaborando propuestas para aguantar los márgenes de esta pandemia que es la crisis financiera actual. Se trataría de un nuevo pacto social para el siglo XXI en el que actuasen gobiernos y oposiciones, actores económicos y sociales para crear un ambiente de cooperación responsable que sacase adelante a nuestras sociedades. A tal fin establece varios puntos básicos, el primero coyuntural, porque entiende que en el Comité de Sabios comprobamos que todo está impregnado por la virulencia y profundidad de la crisis. Hay que coordinar todas las políticas anticíclicas así como todas las posiciones para definir un marco financiero regulatorio. Hay que hacer un pacto entre todos, hasta ahora las soluciones han sido primero nacionales. Desde luego subraya que, ante todo, hay que actuar de modo global e interdependiente con respecto a los flujos migratorios, la criminalidad organizada, las crisis financieras, la globalidad de los fenómenos. Cada uno de los países de la Unión son insuficientes e ineficaces para interpretar y actuar solos. Hay que reforzar el papel de la mujer en nuestra sociedad, facilitar la incorporación de la mujer al mundo del conocimiento. Una de las comparaciones que debemos hacer con los Estados Unidos es la referida a la movilidad ascendente y descendente del empresariado. Hay una rigidez de trasfondo institucional, hay un corporativismo de intereses en el que se mezclan las élites. Hay un problema de rigidez cultural, nos resistimos a darle una ayuda a quienes quieren presentar ofertas que añadan valor.

Probablemente Felipe González continúe durante los próximos meses abriendo el escenario temático que le lleve a cumplir del mejor modo el encargo de presentar en junio de 2010 un informe sobre el rumbo y objetivos de la Unión Europea cara la horizonte 2020, pero sin género de duda esta exposición constituye una brillante e independiente enumeración de los grandes temas que ahora preocupan y ocupan a los principales dirigentes europeos incluidos, evidentemente, los Jefes de Estado y de Gobierno. Felipe González ha reconocido que ha habido un cambio generacional de líderes y que ahora no actúan como actuó su admirado amigo Jacques Delors en el brillante década del 85 al 95, quizá la más espléndida en el progreso de construcción europea. Delors, recuerda González, era un ejecutivo nato que proponía 100 cosas para lograr 60 posibles. Sin duda Delors y González todavía tienen mucho que ver con el futuro de la Unión Europea, más allá de presidir un grupo de reflexión, cuyo objetivo fundamental es el de acercar la Unión Europea a sus ciudadanos y convencerles que nada es posible sin Unión y nada es posible sin decisiones globales interdependientes de los Estados que la forman.