Peligro y proliferación de las autocracias

En la actualidad existen en el mundo un buen número de regímenes autocráticos, algunos de ellos en países de los más importantes y poderosos del mundo, lo cual resulta tan socialmente bochornoso como indignante a nivel global. Sin entrar en referencias concretas o análisis individuales de unos u otros países o personajes, vamos a hacer referencia en este artículo a los importantes riesgos y peligros que encierra para la sociedad y la población mundial la existencia de estas autocracias, tan contrarias a los valores democráticos, a la equidad social y a las libertades y derechos de la ciudadanía.

Recordemos, en primer lugar, que el Diccionario de la Real Academia Española define Autocracia como: Forma de gobierno en la cual la voluntad de una sola persona es la suprema ley. Y se contempla como sinónimo el término Despotismo, que lo define como: Conjunto de actitudes y prácticas de quien abusa de su superioridad o poder en el trato con los demás. Seguro que muchos de estos términos nos recuerdan y los identificamos con algunos de los déspotas y autócratas que lamentablemente campan a sus anchas hoy día en el mundo.

De cara a una visualización y en buena medida denuncia social sobre ellos, vamos a señalar a continuación algunas de las características básicas de estos regímenes autocráticos y de las actuaciones y situaciones tan contrarias a la democracia que conllevan: 1) En estos regímenes existe una concentración del poder en manos de una sola persona o un grupo reducido en torno a ella, sin mecanismos efectivos de control social, y dándose normalmente de forma paralela una ausencia de pluralismo y de represión tanto de los partidos políticos como de los líderes de la oposición o de instituciones o personas críticas con quien detenta ese poder. 2) Es muy frecuente la restricción de libertades civiles y las limitaciones a la libertad de expresión, de prensa, e incluso de reunión o manifestación, acompañados en muchos casos de un monopolio u oligopolio y/o de censura de los medios de comunicación. 3) Existe en la mayor parte de los casos un culto a la personalidad y a la exaltación del líder, a través de los medios propagandísticos, redes sociales, etc. que se controlan desde ese poder autocrático. 4) Control sobre instituciones clave, logrando el dominio de instituciones judiciales o de organismos electorales y/o relacionados con la seguridad. 5) Inexistencia de la necesaria separación de poderes, concentrándose en la práctica el poder ejecutivo, el legislativo y el judicial bajo el control de una sola instancia o grupo vinculado al poder autocrático. 6) A menudo se promueve desde dicho poder la desinformación, propagándose informaciones falsas o sesgadas para manipular la percepción ciudadana, y en muchos casos se bloquea el uso de una parte de la redes sociales y plataformas digitales. 7) Falta efectiva de transparencia y de rendición de cuentas ante la sociedad y los ciudadanos, así como un alto nivel de corrupción, con el uso indebido del poder para beneficio personal o de una élite cercana al gobierno. 8) Inexistencia de elecciones libres justas y transparentes en los propios procesos electorales y en el control público de los resultados.

Los anteriormente citados constituyen, en resumen, algunos de los factores característicos de la mayoría de los regímenes autocráticos dominantes en demasiados países.

Aunque es un tema realmente difícil de solucionar en la práctica y en el corto plazo, y combatir o mitigar la propia existencia o los efectos derivados de estos regímenes desde las instituciones democráticas en su caso existentes en los propios países, o desde otros países y organismos nacionales e internacionales, nos vamos a permitir señalar algunas posibles vías de actuación o iniciativas al respecto, bien desde los poderes públicos y/o desde la sociedad civil: 1) Fomentar la educación cívica, así como los valores de tolerancia y pluralismo, implementando en lo posible programas educativos que propicien el pensamiento crítico de los ciudadanos y les enseñen valores democráticos y derechos humanos, y un análisis de la información de manera independiente e identificando las manipulaciones y discursos autoritarios. 2) Fortalecer las instituciones democráticas y las organizaciones de la sociedad civil para asegurar la autonomía de los poderes legislativo y judicial frente al ejecutivo, así como la participación activa en las instituciones que defienden la democracia y el estado de derecho. 3) Fomentar y proteger la libertad de prensa, apoyando el periodismo independiente y garantizando la independencia de los medios de comunicación y denunciando la censura y la desinformación. 4) Potenciar las elecciones libres y justas, asegurando la supervisión pública y social de los procesos electorales y reforzando además la independencia de los órganos electorales, de cara a prevenir y evitar los posibles fraudes. 5) Apoyar iniciativas de transparencia y acceso a la información, así como mecanismos legales para prevenir y combatir la corrupción y evitar la posibilidad de que los autócratas consoliden su poder a través de redes clientelistas. 6) Propiciar la imposición de sanciones internacionales a los gobiernos autocráticos, a través del establecimiento de alianzas internacionales que penalicen económica o políticamente a los líderes que dificulten la democracia.

Todas las anteriores acciones, en lo posible combinadas, pueden servir para apoyar y mantener regímenes más democráticos y combativos con las autocracias, y para que los ciudadanos, cada uno desde nuestras posibilidades, podamos luchar contra estos realmente inadmisibles regímenes en una sociedad moderna como la del siglo XXI. Y estas líneas van orientadas, en definitiva, a que quienes las lean puedan pensar, opinar y aportar ideas sobre esta materia, e incluso a los que nos resulte posible, escribamos y denunciemos esta indignante situación que afecta a una buena parte de nuestra querida Aldea global.