De espaldas a una Europa en crisis

Los europeos no tienen interés por Europa. Entre ellos, los españoles se han convertido en uno de los mayores euroescépticos. Aquí, sólo el 27% de los ciudadanos manifiesta que votará en las elecciones que van a celebrarse entre el 4 y el 7 del próximo mes. Son datos del eurobarómetro que acaba de hacer público el Parlamento europeo. Más aún, el 75% de los españoles nos saben ni cuándo están llamados a las urnas.

El proyecto de Europa ha ido perdiendo interés paulatinamente entre los 27 países que componen la UE. Quizás, los nuevos adscritos contemplan el euro como un paraguas que les protegerá en la crisis que les afecta más que a otros territorios. A pesar de que tampoco están masivamente decididos a ir votar, algunos observadores estiman que sí lo harán condicionando la composición ideológica de la Eurocámara. Lo cierto es que las instituciones comunitarias nadan entre el descrédito popular que se han ganado a pulso: han dado muestras de un invalidante anquilosamiento. Adolecen también de los males de las políticas locales, elevados a la potencia de una inmensa extensión de más de cuatro millones de kilómetros cuadrados donde habitan casi 500 millones de personas. Y de una difícil amalgama: diferentes lenguas, historia, desarrollo, educación y un lema común, más deseable que real: unidos en la diversidad. El Partido Popular Europeo es el mayoritario en la Cámara, seguido del socialista.

Europa no debería estar al servicio de los intereses geoestratégicos de Estados Unidos

¿Qué pinta un general español dirigiendo a las tropas aliadas en Georgia, y qué pintan esos efectivos allí apenas unos meses después de la guerra relámpago que estuvo a punto de crear un nuevo conflicto de graves consecuencias en el Cáucaso? ¿A qué juegan Estados Unidos y Europa en esa zona? ¿Defiende Europa sus propios intereses plantando sus pertrechos militares bajo la bandera de la OTAN en la frontera sur de Rusia y enseñándole los dientes, en una muestra clara y manifiesta de inamistad?.

El dolor y la desazón de la oposición guineana.

LogoAsoc-02Está  dolido Plácido Micó con la diplomacia española y con la política del actual gobierno respecto a Guinea Ecuatorial. El líder y candidato del CPDS, Convergencia para la Democracia Social, un partido de inspiración socialdemócrata, miembro de la Internacional Socialista y opuesto, en la medida de lo posible, que no es mucho, y siempre por vías pacíficas, a la dictadura de Teodoro Obiang, acaba de expresar en Madrid el desánimo y el desconcierto de su grupo por el hecho de que Europa y la comunidad internacional en general pierden interés y juegan un papel cada vez más marginal en la causa de los derechos humanos en su país.

La Presidencia española: entre la ambición y la visibilidad. Por Juan Cuesta

LogoAsoc-02La verdad es que España ha planteado una presidencia enormemente ambiciosa. Las propuestas que el presidente Zapatero ha lanzado para los seis meses de Presidencia española más parecen que fueran un plan quinquenal, por la cantidad de iniciativas y el tiempo necesario para conseguir resultados que un listado de objetivos con fecha de caducidad en el mes de junio. Pero eso no es malo, en absoluto, si lo entendemos como ganas de hacer, de sugerir, de debatir, de proponer... también de conseguir. Pero otra cosa será la eficacia de todo eso: los resultados.

Y, además, el rompecabezas institucional

Porque, además, ahora toca encajar las piezas de un puzzle institucional algo más complicado con la entrada en vigor del Tratado de Lisboa y la incorporación de un presidente estable del Consejo y de una Alta Representante para la Política Exterior -una ministra de Exteriores en la práctica- con nuevas competencias, entre ellas nada más y nada menos que la de disponer de un Servicio Exterior propio de la Unión.. Ese puzzle es lo que puede dificultar la visibilidad de la Presidencia española, algo en lo que el gobierno había puesto muchas esperanzas para recuperar la popularidad perdida por la crisis. Ahora tenemos agendas que coordinar, protocolos que revisar y desajustes institucionales que habrá que ir solucionando sobre la marcha.

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