Tertulia mensual de Europa en Suma con el secretario de Estado para la Unión Europea.
La clave de la situación actual ,según Íñigo Méndez de Vigo es ésta.: si Europa quiere, hacemos una unión política. Pero está claro que si fracasa el euro, fracasa la unión política. Si alguien se sale del euro, fracasa el proyecto político de la UE. Este es el verdadero problema. O Europa actúa unida o nos convertiremos un parque temático.
El que fuera parlamentario europeo, profundo conocedor de los entresijos de Bruselas, subraya que que el mundo ha cambiado a velocidad de vértigo en los últimos diez años. En el año 2000, recuerda, Europa estaba en un gran momento: íbamos a introducir la moneda común, hablábamos de refundar la UE, la estrategia de Lisboa ( investigación+desarrollo+innovación) prometía que el club sería el más competitivo del mundo en una década.
¿Qúe ha sucedido?¿Qué sucedió? Los problemas vienen de lejos, recuerda el secretario de Estado. Hubo que dar una respuesta a la caída del muro de Berlín en 1989. Y lo hicimos con el tratado de Maastricht, con la Unión Económica y Monetaria, con la génesis del euro y con la integración de las políticas de interior, exterior y de defensa. Pero ahí, precisa, estuvo el problema: en lo económico dejamos la gestión en manos de los gobiernos, el cumplimiento de los criterios de convergencia. Y los primeros que lo violaron fueron los dos “grandes” Alemania y Francia, en 2003. Entonces, subraya Méndez de Vigo, no hubo alteración en los mercados porque había bonanza económica. Pero después, el estallido de las subprime nos cogió de lleno.
El secretario de Estado repite el viejo mantra de la UE: sólo se mueve cuando hay crisis. O, como recuerda el presidente del Consejo, Van Rompuy, tenemos que construir los botes de salvamento mientras el barco se hunde. Cuando todo iba bien, nadie decía nada, y ahora todos proclaman: ¡ Yo lo sabía!, estima Méndez de Vigo.
A partir del estallido de la crisis griega, hemos creado mecanismos de rescate que cambian todos los días, asegura; hemos modificado el Tratado para permitir el rescate; el BCE que sólo debía preocuparse por la inflación (según el modelo el Bundesbank), pero está interviniendo en los mercados. Para desesperación de los alemanes, cabría decir aquí.
Si me dicen hace unos años, subraya el exdiputado del Parlamento Europeo, que los presupuestos nacionales iban a ser revisados por Bruselas, no me lo hubiera creído; es una auténtica revolución. Ahora, en el último año y medio, hemos reforzado los pilares débiles de Maastricht y eso es lo que llamamos gobernanza. Pero hay países que hicieron reformas hace tiempo, y otros las estamos haciendo ahora.
¿Y porqué estamos en crisis?, se pregunta. Porque falla la voluntad política de la UE. Eso es lo que no ven los inversores , el que haya una verdadera unión política. Es la duda de los que tienen que invertir. Y en medio de los problemas tenemos varias visiones: una nórdica y anglosajona, de mantener sólo una especie de supermercado y otra, francesa, de imponer de nuevo las fronteras para luchar contra la inmigración.
La Unión, reconoce, es un proyecto difícil de “vender”. El Mercado Común nació para reconciliar a Francia y Alemania. Luego, lo ampliamos a la economía social de mercado. Y lo del Mercado Interior..., nadie se enamora del Mercado Interior, decía siempre Jacques Delhors. Los jóvenes de hoy no saben que en Europa había fronteras, dan todo eso por hecho.
En el coloquio y a preguntas de los tertulianos, Méndez de Vigo insiste en que el gobierno sabía que la situación en España era mala, pero también que está tomando medidas todos los viernes en los consejos de Ministros que no son del agrado de todos. El problema, indica, es que las previsiones se hicieron para otro momento y ahora toda Europa está en recesión, aunque, reconoce, la Comisión tampoco se enteró de lo que podía venir.
El secretario de Estado para la UE apunta otra de las claves del problema que vivimos: hay una campaña para que el euro no salga adelante. Eso es lo que veo todos los días, dice, en buena parte de la prensa anglosajona.
Pero hay una lógica aplastante: fuera de la Unión no tenemos ningún papel que jugar, remacha. Tenemos que jugar todas las bazas políticas para seguir en el euro, porque es el proyecto menos malo en este mundo globalizado.
En el coloquio varios participantes apuntan los problemas: no estamos federalizando Europa, estamos centralizando en Bruselas la toma de decisiones, las estamos transfiriendo a unos tecnócratas no elegidos por nadie, se está evaporando la confianza de los ciudadanos, tenemos un serio déficit democrático.
Méndez de Vigo insiste: o tenemos más Europa o volvemos a los Estados Nacionales. Punto.
De regreso a casa el recopilador de lo tratado en la tertulia camina por las calles del centro de Madrid, llenas de gente y no aprecia que este país esté al borde de la intervención. Las jóvenes, pertenecientes a la “ generación mejor formada de la historia”, con la mirada fija en sus teléfonos inteligentes, con riesgo de llevarse por delante cualquier señal de trafico vertical o farola, twittean incesantemente mensajes, seguramente no sobre la crisis, sino cosas intrascendentes. Los bares parecen llenos. Si, te dirá el camarero, pero si antes eran dos cañas, ahora es una. En los comercios sí se nota la situación: decenas de carteles de: cerrado, se alquila se alquila, se alquila...
De regreso a casa el narrador repasa la prensa internacional y lee en Time: La lógica indica que los países en crisis deberían abandonar el euro y devaluar sus monedas para hacer su economías más competitivas. Porque el problema no es la deuda, es la competitividad. En España e Italia cayó un 20% en la última década y nadie va a aceptar un recorte de salarios de ese 20%. Otra posibilidad es que Alemania se salga del euro, y deje a los otros países con sus problemas.
De fondo, se escucha en la radio al expresidente González, el que dijo sí a Masstricht, proclamar : !!!El euro no se puede rompeeeer, el euro no se va a rompeeeer, el euro no se puede rompeeeer!!!
O sí.
Nota del editor: A la tertulia asistieron embajadores y consejeros de Suecia, Irlanda, Finlandia, Bélgica, Eslovaquia, Francia, Italia, Portugal, Dinamarca, Gran Bretaña y Rusia.