La (posible) independencia de Cataluña en la tertulia de Europa en suma.
Por Daniel Peral
Albert Bosch, escritor y diputado por ERC en el Congreso de los Diputados lleva años luchando para que Cataluña sea independiente. Cuando se alcance ese sueño, asegura, me retiraré al campo para escribir como se consiguió.
Bosch desgrana los elementos de esta cuestión ¿Por qué queremos ser independientes? ¿Por qué somos una nación? Tenemos todos los atributos, afirma, el consenso necesario y queremos ser como cualquier otra nación.
¿Para qué? Para mejorar la condición de la gente, responde, para dejar este mundo mejor que lo encontramos, para conseguir un mundo más justo e igualitario. La propuesta, asegura, es razonable y racional; el independentismo tiene un bagaje potente y al españolismo le falta imaginación y argumentos.
La manifestación del último 11s, afirma, es la culminación de un proceso de muchos años, como protesta por el desmontaje que hizo el Constitucional del Estatuto de Cataluña. Para conseguir nuestro objetivo, lo correcto es la vía del diálogo. Los catalanes tenemos el derecho a votar y España debe reconocer el derecho a la autodeterminación recogido por la Carta de las Naciones Unidas. Los grandes cambios se producen, asegura, no por iniciativa legal o jurídica, sino porque se han encarnado en la mentalidad de la gente. Hay que tener en cuenta que Adolfo Suárez, sigue diciendo, traspasó el semáforo en rojo de la legalidad entonces existente para hacer la transición. Lo mismo, afirma, se puede hacer ahora en el caso de Cataluña. Las leyes deber seguir a los cambios sociales.
Si hablamos del marco europeo, reflexiona el diputado independentista, la filosofía de la UE remite a los derechos democráticos. Sería injusto, por tanto, que la Unión rescindiera la ciudadanía a los catalanes, que ya son europeos.
Frente a esta potente e impecable argumentación, Meritxell Batet, diputada por el PSC-PSOE contrapone la opción del federalismo. Yo también quiero un estado más justo y por eso, afirma, precisamente, quiero seguir en España. El debate sobre la independencia, asegura no es jurídico, sino político. Desde el punto de vista jurídico se puede cerrar el proceso en dos minutos, pero en la práctica no se trata de un proceso de autodeterminación, sino de secesión, No se puede comparar la situación de Cataluña con la de las antiguas colonias de África; ninguna Constitución nacional recoge el derecho de una parte a irse. Ningún Estado que intente sobrevivir puede recoger esta cláusula.
¿Puede salir Cataluña de la UE?, se pregunta Batet. Claro que sí, responde. Tenemos un Tratado entre Estados, que pueden abandonar la Unión, no una Constitución. Si se declara independiente, por tanto, Cataluña quedaría fuera de la UE y tendría que iniciar un proceso de adhesión. Sufriría, además, una serie de consecuencias negativas durante ese proceso, cierre de fronteras, fin de la libertad de movimientos de personas, entre otras.
En la tertulia, el profesor Patxi Aldecoa, que se define como federalista europeo, recuerda que la intención del proceso de construcción europea era y es la desaparición de los Estados, respetando, eso sí, a las naciones.
Paco Audije, extremeño, apoya la independencia de Cataluña, pero subraya que el tejido industrial de las regiones ricas se construyó con la emigración y hoy son muchos los extremeños jubilados que desean volver a su tierra, pero Cataluña sostiene que deben cotizar donde trabajaron.
Lola Albiac se pregunta hasta que punto son viables los Estados pequeños dentro de Europa y en un mundo globalizado. Muchos pequeños Estados de la Unión, indica, están en la práctica en la órbita alemana.
En este punto, la diputada socialista sostiene que se considera más internacionalista que nunca; recuerda que ya hay una política monetaria común para los países de la zona euro y que hay un proceso creciente de cesión de soberanía. En el fondo, comenta, hay un problema con los medios de comunicación que reflejan siempre los extremos. Las sociedades catalana y española llevan años viviendo en tensión. Que se ha exacerbado a partir la sentencia sobre el Estatuto de Cataluña, matiza Juan Cuesta, porque antes el problema sobre la independencia no existía.
Preguntado sobre la hoja de ruta, Albert Bosch responde que desearía la independencia mañana mismo, mejor que pasado mañana. Debe celebrarse un referéndum, afirma, en la próxima legislatura catalana. En la práctica, matiza, las próximas elecciones ya van a ser un plebiscito. De momento, asegura, en Cataluña no tenemos libertad porque no podemos votar la independencia. Nos meten miedo cuando nos dicen que vamos a salir de la Unión y de la ONU. Quizá un día tengamos que renunciar a un Estado en el proceso de construcción europea, pero antes, termina diciendo, quiero tenerlo.
En la tertulia que se establece al término de cada tertulia, acodados ya en el bar, donde se da rienda suelta al verbo, lejos de las limitaciones una charla formal nos preguntamos por el contenido de la pregunta del referéndum. Por ejemplo: ¿Desea una Cataluña independiente en Europa? Alguien apunta que la pregunta, dado que todos pretenden lo mejor para el personal, podría ser: ¿Quiere usted ser más feliz? En este caso, apunta otro, todos votarían a favor.