Cómo se explica y se entiende Europa, en tiempos de volatilidad global y de impasse europeo.

periodismo europeoCómo hacer más y mejor periodismo europeo, es lo que nos convoca al seminario. En ese sentido, se trata de introducir más Europa en nuestro periodismo, sea por incluir y vincular mas la agenda comunitaria a nuestra cotidianidad informativa o, al revés, por buscar el ángulo europeo, la reflexión comparativa o continental de los asuntos nacionales y locales. Un enfoque algo distinto de la fórmula propuesta: "la manera más eficaz de comunicar Europa", se nos dice.

Comunicar, es función de los departamentos de las instituciones europeas -y por tanto también de las españolas-, mientras lo nuestro es el periodismo, como aclaró en un reciente artículo, la veterana Soledad Gallego-Díaz, al recomendar no confundir los departamentos de comunicación institucionales o corporativos con las redacciones.

Más allá del matiz, y para no repetir las sesudas reflexiones de los artículos ya publicados, unas pinceladas sobre las 4 preguntas que se nos han formulado: ¿sabemos los periodistas contar Europa; qué o quién nos lo impide; ¿qué nos falta para una buena cobertura y una adecuada pedagogía europeísta, y qué demandan los ciudadanos? Empecemos por el qué o quién....

Unión Europea: primer paso hacia la protección de los alertadores

alertadores UETras años de presión, sobre todo por parte de la sociedad civil, y en especial de los sindicatos y asociaciones de periodistas, la Comisión Europea ha publicado una propuesta de directiva para proteger a los denunciantes o alertadores de asuntos de corrupción.

Hablamos de denunciantes que –especialmente- nos indican los manejos de quienes se enriquecen mediante negocios ilícitos y delitos financieros. Y no hay que olvidar que hay una correlación evidente entre el aumento de los índices de pobreza, por un lado, y el enriquecimiento ilícito y la corrupción por otro.

Así que hay que estimar ese primer paso hacia la aprobación de una directiva comunitaria que ampare a los “lanceurs d’alerte” (como se dice en francés) o “whistleblowers” (en inglés). Hasta ahora, muchos de esos denunciantes de la corrupción sufren represalias legales e intimidación de varias clases en estados que consideramos democráticos. Así lo dice un comunicado reciente de la Federación Europea de Periodistas. La fragilidad legal de gente como Hervé Falciani, refugiado en España y a quien detuvieron de nuevo el otro día, es un buen ejemplo.

El cuerpo y el alma de Europa

Una nueva narrativa europea para una ciudadanía comprometida

juan cuesta narrativaEuropa, en este momento, debe tener mucho más cuerpo que alma, mucha más materia que espíritu, muchos más proyectos y realidades que ideas inspiradoras.

En un primer momento la narrativa europea giraba en torno al poder de atracción de palabras como paz y progreso; no en vano arrancaba de la nefasta experiencia de las dos guerras mundiales vividas casi exclusivamente en nuestro territorio. Tuvo después  un nuevo impulso con la caída del Muro de Berlín, la desaparición de los bloques, el proceso hacia la Unión Política que abre Maastrich y la unificación alemana. Sin duda un excelente soporte para apalancar el trampolín hacia el futuro con palabras igualmente atractivas y propicias para relanzar proyectos como amistad, solidaridad, cooperación. Pero a estas alturas, para las nuevas generaciones europeas, esto es historia y difícilmente se pueden identificar con esta narrativa.

Y llegó 2008 y el estallido de la burbuja, la crisis económica y financiera y, con ella, cifras de parados nunca vistas, aumento de la desigualdad y depauperación creciente de amplias capas de la población. La fe ilimitada en la capacidad de autorregulación de los mercados o la especulación  como moneda de uso, chocó bruscamente con la realidad. Y también esos valores, querámoslo o no,  formaban parte del tejido de la narrativa europea. Difícil escenario para atraer otra vez a los jóvenes, difícil escenario para crear, para inventar, para motivar. Y sin embargo es más necesario que nunca.

La utilidad de Europa frente al nacionalismo y en la globalización

macron 1440x808Puede que la Unión Europea sea hoy el sujeto político más odiado por los nacionalistas y los más furibundos partidarios y radicales adversarios de la globalización real.

Es lógico.

Por un lado, la Unión es la primerademocraciasupranacional conocida en la historia y tanto su creación como su evolución a lo largo de seis décadas han estado en todo momento inspiradas por las ideas más alejadas imaginables del nacionalismo.

Un nacionalismo, no lo olvidemos, que fue la ideología dominante que, encubriendo profundos intereses económicos, provocó el estallido de los dos grandes conflictos que devastaronEuropaen el Siglo XX: la primera y la segunda guerras mundiales.

De hecho, podemos afirmar sin temor a equivocarnos que los padres fundadores del proceso de construcción europea suscribirían letra a letra la frase que el ultimísimo presidente FrançoisMiterrandpronunció ante el hemiciclo del Parlamento Europeo en 1995 -en una de esas ocasiones en las que uno puede decir aquello de “yo estuve allí”-: “El nacionalismo es la guerra”.

Pero no solo porque elnacionalismoprovocara esas hecatombes y los terribles crímenes contra la Humanidad que tuvieron lugar en ese período -empezando por el Holocausto- apostaron los padres fundadores por iniciar la aventura de la construcción europea.

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