La tertulia de Europa en suma con la eurodiputada de IU, Paloma López.
Hubo una época muy hermosa en la Europa de postguerra. A pesar de la guerra fría, tuvimos las tres décadas prodigiosas de crecimiento, como contaba Tony Judt.
En política había dos opciones: centro derecha y centro izquierda. La vida era más simple. Había dos de todo, dos Alemanias, como citaba Giulio Andreotti. La marca icónica de bolígrafos, BIC daba dos escrituras a elegir, BIC fino escribe fino, BIC cristal escribe normal.
Aquello se ha acabado. Los mapas electorales están rotos y registran un auge de populismos, sobre todo de derecha. En Francia, quitanda a la ultraderecha, no hay partidos y en el poder está un movimiento, En Marcha, que no marcha.
En el Reino Unido, por aquello del peculiar sistema electoral, siguen vigentes los dos grandes partidos, pero están sumidos en tal caos a cuenta del Brexit que se puede afirmar que también allí los síntomas de decadencia de las grandes formaciones y los liderazgos es evidente.
En Alemania tenemos siete partidos, con Verdes y ultraderecha en auge, una democracia cristiana que tiene que reencontrar el rumbo, una socialdemocracia en caída libre y una izquierda residual.
En España, cómo no, el panorama es mucho más amplio, que no enriquecedor. Tenemos mucho debate sobre personalismos, que no sobre ideas, y muchísimas más opciones, quizá excesivas, para mayo, sobre todo en las municipales.
Tenemos sanchistas ( hoy PSánchez, antiguo PSOE ), pablistas ( pudimos pero no podemos), Izquierda Unida, La Izquierda hoy, carmenistas, e iñiguistas, éstos con la inestimable y extrañísima ayuda de la populista cadena de TV y de sus muy dependientes periodistas, con dos programas, dos, rodados unas horas antes de que anunciara su decisión política, que casualidad, oiga. Y con sendos programas de cocina, qué interesante todo.
Tras Más Madrid y Adelante Andalucía seguirán, posiblemente, formaciones y escisiones como: Murcia, ¡qué hermosa eres!, Viva Cartagena, que es mi pueblo, Galicia, más azul que nunca, o Cataluña, mucho pasado y poco futuro. Al tiempo.
En este contexto, ¿qué plantea hoy esta parte de la izquierda, el viejo Partido Comunista, refundido después en Izquierda Unida y disuelto más tarde en Podemos, que a su vez se fragmenta?
En cuanto a Europa, tenemos que construir una Unión más federalista, con más transferencia de poderes, afirma Paloma López. A lo largo de este mes, añade, se fijarán las posiciones y las alianzas de cara a las elecciones de mayo.
De momento, según las encuestas, el grupo de la Izquierda europea mantendría sus escaños en el Parlamento Europeo mientras que ascenderían los eurófobos nacionalistas y retrocederían los dos grandes grupos, democristianos y socialdemócratas.
En España han bajado los niveles de confianza en la Unión, un dato importante, porque teníamos uno de los más altos, subraya la eurodiputada. Se ve a Europa como parte del problema, no la solución.
Esto sucede, dice Paloma López, porque hemos salido de la crisis con una desigualdad alarmante. En el área de la Unión hay 140 millones de personas que pueden ser calificadas de pobres. El euro ha servido para disciplinar a las clases trabajadoras. En el fondo, añade, quien toma las decisiones son las grandes multinacionales a través de los lobbies. En el escándalo de los motores diesel se ha demostrado que la Comisión sabía que las pruebas de laboratorio estaban mal hechas. No es que los lobbies “compren” a los dirigentes europeos, pero sus presiones son muy fuertes. La desigualdad ha crecido, no solo en términos económicos, sino también políticos, y Bruselas entiende que la lucha contra esa desigualdad debe hacerse en los ámbitos nacionales.
Debería haber una fiscalidad común, estima la eurodiputada, para tener recursos comunes. Sin embargo, los informes sobre la fiscalidad en la Unión son muy buenos, pero no se llevan a la práctica. Hay países de nuestro área que deberían estar en la lista de paraísos fiscales, pero no aparecen.
En el tema de los refugiados, afirma Paloma López, nos hemos dejado llevar por el pánico. Se señala a un enemigo y la mayor parte de la población se queda en los elementos más simples. Lo cierto es que Bruselas no ha actuado con la rapidez necesaria, no ha actualizado las directrices sobre refugio y asilo.
Al final de la charla, uno respira aliviado porque pensaba que en cualquier momento se iba a levantar alguno de los tertulianos, alegando que se tenía que ir a la presentación de una nueva escisión de la izquierda. No, no sucede como hace unos días, cuando alguien de madrugada cambió de formación y llamó a sumar. Lo dijo 324 veces en una entrevista en su cadena de televisión: hay que sumar a la izquierda en un proyecto ilusionante; que nadie se quede en casa.
El problema es que, aparte de la suma esta la división, que llevar a restar, no a sumar.
Pero, atención, como dice ese imitador de periodistas, siguen las divisiones. Continuará…
