Apuntes y lecturas de la pandemia: la división

Publicado originalmente en Periodismo Global, la otra mirada.

coronoavirus odioEste tiempo suspendido del confinamiento se hace cada vez más espeso. El silencio de las calles se rompe cada poco por las sirenas de las ambulancias que se dirigen a uno de los grandes hospitales madrileños. El virus nos cerca y nos toca: el dolor por amigos o seres queridos afectados por el virus o por sus consecuencias económicas; muertes que crecen exponencialmente; desconcierto; vulnerables dejados a su suerte: solidaridad… y división.

En estos días es difícil mantener la cabeza fría. Intentaré mantener el blog con apuntes de mi reflexión a partir de la lectura de la ingente masa de información que nos llega. Voy a intentar ejercer esa labor de curaduría (sobre la que investigué en un artículo académico) compartiendo aquí, además de en Twitter (@rafaeldiazarias) las piezas reflexivas que me parezcan más valiosas. Pero ahora es imposible no manifestar los sentimientos ni los sesgos, que como todo el mundo tengo.

¿Desunidos venceremos?

Tiene todo el derecho este médico a indignarse.  Es legítimo su grito. Nuestros sanitarios son como los liquidadores de Chernobyl. Los hemos enviado a luchar contra un virus mortal sin los medios necesarios.

Lo que no es legítimo es la utilización partidista, agresiva, divisoria, de su grito. Una ola de indignación crece en las redes sociales a caballo de bulos y medias verdades, que,  manipulada puede llegar a convertirse en odio.

Toda crítica, por muy dura que sea, es legítima y necesaria en una democracia. El Gobierno toma todos los días decisiones extremas, unas más acertadas, otras menos, aunque su efectividad en la mayor parte de los casos se verificará en los próximos meses. Sánchez abusa de la retórica de la unidad para ocultar las carencias.

La oposición cumple con su función de controlar al Gobierno y formalmente adopta una actitud de Estado aprobando Decretos-Leyes, prorrogando el Estado de Alarma, pero PP y Vox vuelven al juego de las declaraciones descalificadoras, mientras su galaxia comunicativa (periodista digital, moncloa.es, okdiario etc.) lanzan mensajes envenenados, replicados en las redes sociales y, sobre todo, manipulan las expresiones más que justificadas de indignación. O, directamente, como Vox, estigmatiza a los emigrantes irregulares, exigiendo que se les niegue la gratuidad de la asistencia (aquí la verificación sobre esta información)

No es un consuelo que toda Europa lo esté haciendo tarde y mal. Seguramente en todas partes ha habido una tensión entre intentar parar de raíz la epidemia con medidas drásticas y el deseo de crear las menores disfunciones sociales y económicas. Los gobiernos, y no digamos la UE, no han estado a la altura, pero el problema es que las sociedades no estaban preparadas.

¿Alguien recuerda la airada reacción nacionalista (catalana o española) cuando se suspendió el Mobile? Parecía que era una conjura contra Barcelona, Cataluña, España (por ese orden). En las ruedas de prensa el Director General de la OMS, Tedros Adhanom, se limitaba a pedir que los países se preparasen. La declaración de emergencia internacional de la OMS del 30 de enero no obligaba más que a la coordinación entre países bajo el marco de la OMS en la elaboración y aplicación de medidas preventivas y planes de contingencia.

Incluso los mensajes que llegaban de la comunidad científica eran tranquilizadores. ¿Fueron mal asesorados los gobernantes o los asesores les dijeron lo que querían oír? ¿O, directamente, ignoraron de forma suicida las llamadas de atención?

Las sociedades europeas veían el mal como una más de las epidemias asiáticas, algo que, dada nuestra superioridad (moral, política, económica, sanitaria) no iba con nosotros.

Faltó liderazgo. Nuestros líderes no nos advirtieran y tomarán con anticipación y tranquilidad las medidas que han adoptado tarde y en peores condiciones. Y la ola de la epidemia ha roto contra el frágil dique de unos servicios de salud debilitados por los recortes en Italia y España (en este magnífico hilo de Rosa Medel se explica los estragos de las estrategias de privatización sobre el sistema de salud madrileño).

Cuando esto termine habrá que abrir comisiones de investigación serias (no el consabido pim pam pum de “y tú más”) que determinen lo que falló, la responsabilidad de cada cual y, sobre todo, recomendaciones (y procesos para su aplicación) de lo que hay que hacer ante una pandemia (o una catástrofe medioambiental).

Son muchos los héroes anónimos, los que lo están entregando todo. No solo los sanitarios que están en primera fila; también todos los trabajadores que mantienen el país en funcionamiento y hacen posible que los supermercados funcionen. La mayor parte son jóvenes y precarios (empezando por el personal sanitario).

Los médicos voluntarios o los técnicos que altruistamente han montado el hospital de Ifema o los que organizan grupos de autoayuda en los barrios. A todos ellos hay que aplaudirles a las ocho de la tarde. Y también a los que hemos dejado a su suerte: los ancianos de las residencias, los confinados en los CIEs (qué cinismo el de Grande-Marlaska al decir que se estudiará caso a caso para ver a quien se puede devolver a su país),  los niños en riesgo de pobreza que han perdido su tabla de salvación de la escuela…

Acaba de terminar el aplauso de las ocho. Más o menos la mitad de las ventanas y balcones se han abierto. A las nueve llegará la cacerolada. Entonces, también a ojo de buen cubero, en este barrio acomodado de Madrid en el que PP y Vox acumulan más del 70% de votos, se abrirán una de cada tres ventanas.

¿Unidos venceremos?

(Esta entrada ya es demasiado larga, así que dejaré otros apuntes sobre la globalización para la próxima)

LECTURAS

Al menos una lectura, quizá la más general y comprensiva, las siete lecciones preliminares de Ivan Krastev: la pandemia reforzará a los poderes públicos (1), al estado nación (2), el nacionalismo (3), aumentará la confianza en los expertos (4), acentuará el uso del big data (5), afectará a las dinámicas intergeneracionales (6) y -más que una lección un hecho- habrá que elegir entre proteger a las personas y la economía (7). Por supuesto, recoger una lectura aquí no quiere decir compartir las conclusiones.

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