Stéphane Hessel habló, sufrió, sonrió y no dejó de resistir

Hessel_parlamento
Publicado originalmente en EuroxPress.

«La indignación que preconizo es la que debe expresarse cuando hay violación de valores fundamentales», decía Stéphane F. Hessel hace año y medio. Hacía esa precisión en una entrevista con Jean-Claude Matgen, del diario La Libre Belgique. Y precisaba: «No es la indignación de los populistas, de los xenófobos y de los nacionalistas. La indignación sólo se justifica cuando conlleva valores fundamentales que sean maltratados, como la apertura de nuestros países (europeos) hacia los que escapan de la miseria. Las juventudes europeas no están, hasta ahora, suficientemente indignadas contra los nuevos reflujos de lo que representaron nuestros enemigos nazis, fascistas, etcétera». Hessel los consideraba fenómenos inquietantes en la actualidad.

Con él muere un anciano de casi 96 años, un icono de los medios, una figura popular, un antiguo resistente, un diplomático. También un gran europeo. Él era un defensor de Europa como idea política progresista. Nació en Berlín, de padre y madre muy intelectuales, amigos de Duchamp y Picasso. Murió en París, se hizo resistente en Londres. Fue prisionero en el campo de concentración nazi de Buchenwald, de donde pudo evadirse tras cambiar la identidad con otro preso muerto víctima del tifus. Iban a ahorcarlo cuando se cambió por el difunto y asumió su nombre, Michel Boitel, fresador antes de la guerra.

De esa situación, no extrajo sólo una aureola heroica, sino también una polémica agria sobre los métodos de las distintas resistencias y sus diferencias con Jorge Semprún en aquellas circunstancias excepcionales. Los interesados pueden bucear ese aspecto terrible, duro y áspero, desolador, en los libros del propio Semprún, de Marguerite Duras, en los caminos singulares de François Mitterrand desde su juventud derechista a su entrada (auténtica, verdadera) en la resistencia. Ahí, hay que volver a Hessel y a sus críticas a los comunistas.

Leer la memoria de aquellos tiempos inhóspitos que escribió otro superviviente, Robert Antelme, que tituló significativamente «L’espèce humaine». Semprún, acusado de dar preferencia de vida a los comunistas en el campo de Buchenwald, respondió: «Lo que yo pretendo es que se vea el documento de Antelme, en el que se me acusa, es un documento típicamente estaliniano en el que él se cubre de inocencia, como en otros documentos estalinianos a otros se les acusa de culpabilidad» (El País, 19 de diciembre de 2010). No es fácil tener las manos siempre limpias.

La hora Europea 31012013

la-hora-europea-31012013w

El fantasma de la corrupción que recorre Europa

Publicado originalmente en Euroxpress.

Pancarta_chorizo

Un mal endémico recorre Europa en forma de sobornos, abuso de poder y acuerdos secretos que se traduce en unos servicios públicos de escasa calidad y un impuesto añadido a la inversión privada que se marcha para evitar pagarlos. De la lacra de la corrupción política no se libra ningún país de la Unión Europea, aunque algunos tienen leyes que la hacen más difícil y punitiva que otros Estados donde no existe legislación específica para controlar cuánto, cómo, en dónde y de qué manera gastan sus gestores públicos el dinero que proviene del bolsillo de los contribuyentes.

La clasificación de Transparencia Internacional, sobre el grado de corrupción de los Veintisiete, lo deja meridianamente claro: corrupción y decadencia económica van estrechamente ligados. De ahí que Grecia sea el país europeo más castigado por la crisis y se sitúe en el último lugar del ranquin. Sobre una puntuación de 0 a 100, donde 0 es muy corrupto y 100 muy transparente, el territorio helénico recibe una puntuación de 36, por debajo de Perú, Marruecos o Colombia.

Cerca de Grecia se sitúan Irlanda, España, Portugal e Italia, los países vapuleados por los recortes, deuda y déficit. Los europeos sienten que la corrupción está poniendo en peligro sus sistemas democráticos. Así lo refleja el Eurobarómetro de 2012, donde 80 de cada 100 ciudadanos de la UE afirma que existe corrupción en las instituciones locales, regionales y estatales y ocho de cada 100 europeos revela que tuvo que pagar sobornos. Ante estos datos alarmantes, la Comisión Europea recuerda que la corrupción tiene un impacto en la Unión de 120.000 millones de euros por año.

la hora europea sanidad

la-hora-europea-presidenciasjpg
TOP